DE MAYOR SERÉ UN HORNO AUTOLIMPIABLE
Qué alegría saber que cuando sea mayor evolucionaré en un Pokémon tipo horno pirolítico, sí, sí, un horno autolimpiable.
Toda la vida pasando por la ducha a diario y me entero hace relativamente poco que no me queda mucho tiempo de disfrutar tamaño placer.
Si todo va bien, menos de 30 años, un suspiro.
Igual ha sido una esclavitud durante todos estos años y yo vivía en mi mundo paralelo pensando que era una forma estupenda de empezar el día.
Claro, no tenía ni idea del tiempo que me voy a ahorrar sin pasar por la ducha. Como mucho, cada diez días o cada diez usos que para eso voy a ser un horno pirolítico.
Voy, me hago la pirólisis y me quito la grasa acumulada. Encima, fuera todo lo superfluo. Cuanta sabiduría tienen las personas que me ganan en años.
Además, como seré multifunción no sólo me limpiaré sola sino que podré rescatar la ropa ya usada sin pasar por supuesto por ese invento infernal que es una lavadora porque no huele.
Tanto lavar… ¡Ni que fuera necesario!
Con la edad no merman algunas funciones sino que adquirimos superpoderes.
Vamos, que ni ducharte ni lavar ropa. Dos superpoderes, seguro que hay más.
Pero envejecer es más que esto… Es una porra. Sí, una porra, máxime cuando no aceptas que la energía de los 20, de los 30, de los 40, de los 50, de los 60, de los 70, se fue para siempre.
Te rebelas evolucionando en horno autolimpiable y discutes, engañas y manipulas para no pasar por la ducha o no cambiarte de ropa.
Incluso querer hacer tus necesidades, como dice mi amiga C., en el patio, como los perricos.
Que para eso, eres un Pokémon pirolítico. El nombre, al menos, mola.
Y qué me decís de estas frases lapidarias y demoledoras en boca de nuestros mayores:
- Que si a los viejos no los quiere nadie.
- Cuando ya no vales, te dejan de lado.
- Ya te digo yo que en mi época los viejos pintaban algo y ahora son un estorbo.
- Por si fuera poco, nos están matando con el coronavirus.
Imagina como se puede crecer escuchando estas frases. Espantada y horrorizada con la idea de qué era eso de hacerse mayor.
Entre estirón y estirón, machaque de adultez o senectud cuando la adolescencia me parecía lejana no, lejanísima.
Y creces como una planta y ensanchas y te estrechas y haces plof en algunas partes de tu cuerpo y en otras, te quedas igual.
Y salen pelos dónde no pensabas que pudieran salir. Un vergel, un jardín tropical en tu propio cuerpoooo.
Te observas y escudriñas sin entender nada de hormonas y neuronas.
Ahora estoy bien. Ahora estoy mal. Polarizada y angustiada, así se iba por la vida.
Y empiezas a ver en el espejo, en realidad en todos los espejos, muchos cambios y muy deprisa tanto que tienes un cuerpo de mujer con mentalidad de peque para muchas cosas aun.
Pero se pasa con la edad, como casi todo y de repente te topas con una edad en la que ni inmadura ni senil sino madura. Ay madre, ¿qué es esto de madura?
Además, si has llegado en más o menos “buenas condiciones”, aparecen dolores nuevos. Un pinchazo en un dedo. ¿Los dedos duelen?
Y de repente, pasas esa frontera, ya estás en más de 80 y te crees un horno autolimpiable, sí, pirolítico y si me apuras, seguramente con vapor.
Ya no hace falta pasar por la ducha ni cambiarte de ropa y el sentido olfativo hacia ti, deja de funcionar. “No huelo ni huele mi ropa a nada”.
Ojito si comes ajo, te ficha a un kilómetro de distancia. Si es al revés, “¿yooo?”.
¿No hueles a nada? ¿Cómo es eso? ¿A qué huelen las nubes? Me suena esta frase de algún anuncio…
Envejecer. Qué putada. Sí, tal cual, una putada pero qué maravilla poder hacerlo y adecuar los tiempos a nuestros nuevos ritmos.
Incluso siendo hornos autolimpiables, de ultimísima generación (ya quisiera Arguiñano), aún tienen, tenemos mucho que aportar.
Escuchemos e intentemos entender, empatizar, ser pacientes con nuestros mayores porque detrás, vamos nosotros, ¿o no?
Envejecer es una porra pero con aceptación y sentido del humor, mucho mejor Lidia. Gracias por tu comentario. Un abrazo.