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¿VERDAD O MENTIRA?

El Dr. House en su famosa serie lo decía a menudo: “todo el mundo miente”. ¿Verdad o mentira?

Todos los estudios apuntan a que mentimos varias veces al día, un mínimo de cuatro. Sí, varias veces. Además, hay estudios que arrojan un porcentaje altísimo sobre la frecuencia con la que mentimos a la semana, alrededor de un 35% en las conversaciones que mantenemos .

Es decir que mentimos, mucho, muchísimo y si hablamos de decir la verdad parece que sólo somos transparentes con Google, ni siquiera con nuestra psicóloga. 😊

¿No sería más adecuado no falsear ni engañar? Parece que la verdad cuesta, ¿qué crees tú?

Si te apetece y te interesa el tema además de los estudios que hay en abierto en la red, puedes leer el libro «Todo el mundo miente: lo que Internet y el Big Data pueden decirnos sobre nosotros mismos», de Seth Stephens-Davidowitz.

Es un libro ameno, divertido, de los que te hacen pensar y aunque está muy enfocado en los datos recogidos de un único país, EEUU, es un ensayo revelador sobre el uso que hacemos de la mentira.

Este autor, además es científico de datos y columnista del New York Times. A través de las búsquedas que hacemos en San Google descubrió que mentimos a todas horas.

Más allá de las cifras, hay una leyenda ‘La verdad y la mentira’, anónima, recogida por el pintor francés Jean-Léon Gerôme muy interesante para reflexionar porque andamos tan divididos sobre preferir la verdad, lo ideal, a la mentira, lo evitable, ¿o no?

La leyenda dice así:

Un día la verdad y la mentira se cruzaron:

– Buenos días- dijo la mentira.

– Buenos días- contestó la verdad.

– Hermoso día- dijo la mentira.

Y la verdad, miró al cielo y oteó el horizonte para ver si era verdad… Y sí, lo era.

– Hermoso día- contestó entonces la verdad.

– Aún más hermoso está hoy el lago- dijo la mentira.

Y la verdad, miró y requete miró al lago para convencerse de que era verdad… Y sí, lo era.

– Cierto, está más bonito- dijo entonces la verdad.

Y la mentira, corriendo hacia el agua, dijo:

– ¡Vayamos al agua a nadar! ¡El agua está mucho más hermosa!

La verdad se acercó con prudencia al agua, la tocó con la yema de los dedos, vio que sí, el agua estaba más hermosa, y decidió creer a la mentira y seguirla.

Ambas se quitaron la ropa y se lanzaron al agua. La verdad y la mentira estuvieron nadando un buen rato, muy a gusto, hasta que la mentira salió y se puso la ropa de la verdad. La verdad, incapaz de ponerse la ropa de la mentira, comenzó a caminar desnuda por la calle y todos se horrorizaron de verla.

Así es cómo, desde entonces, la mayoría de las personas prefieren ver la mentira disfrazada de verdad que la verdad al desnudo.

Enseñamos a nuestros hijos a mentir muy pronto dándoles mensajes confusos sobre la honestidad, la sinceridad, el tener decir la verdad, aunque perjudique, como valores y pilares de su educación.

También les decimos “si te preguntan sobre este tema, no digas la verdad, di a cambio, esto otro”. Pensad en los besos que no quieren dar porque la persona no les gusta, les da miedo o sencillamente no les apetece. ¿Cómo no vas a querer dar un beso a la tita? Pero si a ti te da por saco y mientes dándole dos, ¿no?

La mentira tiene muchas funciones en la vida de la persona y la verdad desnuda, a veces cruda y susceptible de traerte algún problema, se ve inundada de las famosas “mentiras piadosas” o de una MENTIRA con mayúsculas.

Nos movemos continuamente en esa ambivalencia que nos hace cuestionarnos qué es lo mejor cuando supuestamente ha de ser la sinceridad. ¿Por qué?

Somos seres complejos, llenos de ego, con diferentes historias de vida que nos hacen enfrentarnos a las situaciones de forma única.

Mentimos porque queremos ser aceptados, queremos impresionar, nos gusta sentir la rápida gratificación social que nos presenta no decir la verdad.

A nivel cognitivo es agotador, mucho más que decir la verdad, pero ahí estamos, moviendo todos los recursos, creando nuevos y tirando de ahorros para construir y crear engaños.

Te preguntan como estás y dices que fenomenal, fabulosa, cuando a lo mejor, te acaban de diagnosticar una enfermedad grave.

Dices que ya vas por la mitad del trabajo cuando no lo has empezado.

Olvidas una cita importante y sacas el listado de excusas dramáticas (no valen cualquiera) poniendo a tu creatividad e imaginación en Defcon 1.

Mentimos también para protegernos de las consecuencias de decir la verdad. Adoro a los peques que te dicen que no han cogido el móvil cuando lo tienen entre sus manos detrás de la espalda en esos primeros años. Es parte de su proceso evolutivo, ahí están los padres para enseñarles la diferencia, no hay que alarmarse.

Pero imagina si hablamos de infidelidad. Ya la mentira te pone en un aprieto (o no, quizá querías que todo explotara) porque implica traición, decepción, culpa, conexión con fantasmas propios, liberación porque ya es una realidad la sospecha…

Lo que para uno puede ser demoledor para otro, un “por fin”.

Nos cuesta muchas veces decir que no directamente y preferimos decir una alternativa, una falsedad, como cuando cancelamos una reunión, plan… Creemos que es más efectivo, más directo y no pensamos en las consecuencias.

La verdad además no siempre es tan placentera. Te expone y te señala. Te obliga a neutralizar la ignorancia, la contradicción, desmonta la mentira, el error y con una falsedad, terminamos antes.

Si además, tiene el efecto deseado la cascada de lo que te dices no termina: “se lo ha tragado, ha colado, no me han pillado”. Sin pensar, como decía antes, en las consecuencias.

Creces con frases como: “no seas tan directa, no hace falta decir siempre la verdad, deberías ser más prudente, miente en el sueldo, en la edad, en el nivel de idiomas, en el número de relaciones sexuales, en las notas, en los sitios en los que has estado, en los libros que has leído (no, no he leído El Quijote entero), en el currículum, en…”.

El bombardeo es continuo, incesante, diario.

¿Estás a favor de las “pequeñas mentiras”? ¿Eres de las personas que presumen de decir siempre la verdad? ¿Te engañas a ti mismx? ¿Qué te dices cuando todo no va bien? ¿Te crees más listx que los demás?

¿Qué función cumple la mentira en tu vida? ¿Te ayuda por ejemplo a eludir responsabilidades? ¿A evitar alguna situación desagradable?

¿Cómo andas de autoestima? Las personas mentirosas suelen tener la autoestima baja.

Te invito a reflexionar sobre la verdad y la mentira. Observa tus preferencias, motivaciones, funciones, si te mueves en la ambigüedad, si la sinceridad y la confianza son valores para ti.

Luego medita sobre qué, a quienes, cómo mientes y si la verdad, está en proceso de escalada o de desescalada.

Sea como fuere, la verdad y la mentira, son siamesas, difíciles de separar. Nos hemos acostumbrado a engañar diciendo la verdad porque claro, como dijo Rogers, sociólogo de la universidad de Harvard, es menos censurable.

Si tienes peques, decide si les cuentas ya quiénes son los Reyes Magos.

¡Hay que ver, el trabajito que nos damos!

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4 comentarios en «¿VERDAD O MENTIRA?»

  1. Efectivamente, todos mentimos, sobre todo a nosotros mismos… Muchas veces nos convencemos o justificamos pensando que es para proteger al otro, y, en ocasiones, es así, pero la mayoría de las veces lo hacemos para protegernos a nosotros mismos… En mi opinión es cuando abusamos de esta «excusa» y tomamos la mentira como una costumbre cuando, en la gran mayoría de las ocasiones, es mucho mejor una verdad dicha con cariño y respeto, aunque duela, que todas las consecuencias posteriores que pueden/suelen ser mucho más graves y dolorosas, tanto para uno mismo como para el «receptor» de esta «malentendida» mentira piadosa.

    1. Gracias Virginia por tu reflexión. Sí, nos mentimos mucho y es más sano y honesto ver que me está pasando a mí en vez de «proteger» al otro. A la hora de comunicar el contenido es importante pero el «COMO» se dice es fundamental. Ahí entra el respeto, el cariño, la asertividad, la empatía… Y no pensar por el otro que es algo que solemos hacer a menudo. «No te lo dije porque pensé que…». Es un tema apasionante, acabamos de empezar. : ))

  2. Un tema muy interesante en el que tengo poco que opinar. Tengo muchos problemas para mentir, porque soy vaga y porque tengo mala memoria. La mentira requiere practica. Y dedicación. Lo que yo hago es evitar hablar cuando sé que no puedo decir la verdad. Es esta quizás otra forma de mentir?

    Estos comentarios, a donde van? A Facebook? Y sigo rellenando mi nombre y mi correo sin que este cacharro los guarde.

    1. ¡Hola Ali! Pues no sé qué pasa con el correo y el cacharro, intento averiguarlo para que no te resulte tan molesto comentar. En Facebook respondí a tu comentario. Te lo dejo aquí también. Hay muchas formas de mentir y tiene muchas funciones. Requiere recursos cognitivos, muchos, así es que genial que no «mientas» de forma activa. Es un tema que da para reflexionar y que siempre resulta interesante porque hay ocasiones en las que no vale evitar hablar si no puedes decir la verdad y nos lleva a un conflicto interno en el que tenemos que decidir si seguir ocultando o mentir… 😅. Gracias por tu reflexión Ali.

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