¿Los monstruos existen o se construyen?
¿Quién construye esta cualidad monstruosa, el sujeto o la sociedad?
Covid19 ¿monstruo construido?
¿Qué nos pueden decir los monstruos cinematográficos como Frankenstein, los zombis, o un monstruo vino a verme del nuevo monstruo construido Covid19?
“El monstruo es la figura que encarna los sentimientos generados por los temores y emociones contradictorias y en donde confluyen todos los miedos y ansiedades.”
Etimológicamente se puede decir que monstruo significa “aquel que revela”, “el que muestra”.
Desde esta posición, el monstruo muestra y nos muestra un supuesto estado de desorden. Se encuentra emparentado con la bestia, “lo siniestro” y escapa a cualquier límite concebible. Se sitúa al margen de lo humano, pero, a la vez, dentro del perímetro de nuestra vida.
(“lo siniestro” Freud)
La presencia del monstruo representa “la otredad” (lo otro, lo que reprimo y proyecto fuera de mi) en su forma maligna.
La aparición del covid19 y las medidas de confinamiento y distancia social nos han sumido en un estado de extrañeza y desprotección que ha hecho tambalear nuestros cimientos de seguridad y confianza y nos confronta directamente con “lo real”, con lo imposible de controlar y con la sensación de impotencia e indefensión.
El mundo HA PARADO, y lo ha hecho por miedo. Esta situación de amenaza está produciendo reacciones individuales, sociales e incluso ambientales de todo tipo. Son reacciones que, si bien cada individuo las resignifica desde su propia historia e idiosincrasia, nos afectan a todos.
El cuerpo del monstruo es un cuerpo cultural, no existe por sí mismo, sólo puede ser entendido desde el imaginario social y cultural. El lenguaje de los símbolos y los significados de las representaciones e imaginarios que se dan sobre todo a través de los medios de comunicación, influyen en el incremento de la sensación de inseguridad ciudadana. Se usa la palabra guerra como metáfora para poder explicar la situación en la que estamos. Metáfora que va convirtiendo en aterrorizante la situación exterior y que ayuda a la construcción de monstruos.
En este artículo nos vamos a centrar en intentar entender las reacciones emocionales que se producen en el ser humano y los diferentes mecanismos de defensa que desarrolla, desde la mirada metafórica de la “construcción de un monstruo”, en su doble dimensión de presentar en sí mismo tanto la presencia de lo angustioso como las alternativas de solución.
¿Cuándo lo angustiante es también siniestro?
Lo siniestro como fenómeno psicológico tiene que ver con la angustia, con el fantasma, con lo pavoroso.
La angustia es una señal que surge cuando nos sentimos en situación de peligro indiferenciado, ante la amenaza a nuestra existencia, a nuestros valores y/o nuestra integridad física y psicológica. La angustia va acompañada de un fuerte sentimiento de fragilidad y desvalimiento
Lo siniestro se podría explicar como “algo que se manifiesta cuando debería ser ocultado y que muestra la otra cara de lo familiar volviendo estas vivencias siniestras, sorpresivas, inquietantes y sobrecogedoras”.
El miedo vivido como una realidad cotidiana, representado como una ausencia de seguridad se vive como una experiencia angustiosa. Aumenta la sensación de soledad, desconfianza e impotencia en el ciudadano.
El miedo es incertidumbre de lo que nos va a venir, del porvenir, que sustituye la idea de una vida estable y que se instala como una subjetividad dominante. La seguridad entendida como la certeza de la estabilidad y bienestar desaparece.
La angustia surge como consecuencia de la aparición del covid19 y el confinamiento y el estado de alarma, a la vez, lo ha abonado. Es difícil no tener angustia en esta situación, es una manifestación lógica en estas circunstancias. Cómo será de intensa, va a depender de nuestra historia, nuestro contexto y de lo que nos decimos sobre lo que pasa.
Si lo siniestro se da fácilmente cuando se difuminan los límites entre la realidad y la fantasía, cuando lo que teníamos como fantasía aparece ante nosotros como real, ésta es la situación que se nos ha presentado con el Covid19 y la paralización mundial ante sus consecuencias. La normalidad es amenazada “por un monstruo”, el virus.
El virus se nos torna en lo siniestro, en lo monstruoso, y las personas en posibles víctimas de él, que igual que zombis, se convierten por su efecto también en monstruos. En el “otro” se proyectan las ansiedades y miedos y por eso, pasa a ser una amenaza que pone en evidencia nuestra fragilidad. El otro portador de “un alíen”, un monstruo, que me puede matar y contaminar, a la vez que me puede convertir en lo mismo.
Este virus nos lleva al miedo a la muerte, a la pérdida de la sensación de control y de seguridad, a lo peligroso que no podemos controlar.
¿Cómo este proceso se concreta en lo individual?
Para entender esto, hay que explicar el mecanismo de la proyección. La proyección es un mecanismo psíquico por el que el sujeto pone cosas de si en lo externo, proyecta una imagen que él mismo se resiste a ver porque le causa angustia. Proyectamos algo de nuestro terror y rechazo. Está dentro de nosotros, reprimido, inconsciente y, que al estar proyectado fuera, en este caso en el monstruo, nos resulta más fácil rechazar.
Las situaciones susceptibles de despertar en nosotros el sentimiento de lo siniestro tienen que ver con la muerte, la violencia, el odio o el terror. Temas que creíamos haber superado en la etapa adulta, pero que están ahí reprimidas y regresan a nosotros a través de mecanismos de defensa como la proyección.
Representación de la figura del monstruo en el cine de horror como metáfora de construcción del Covid19 como monstruo
La figura del monstruo es la encargada de personificar las contradicciones, como el bien/mal, lo diabólico/sagrado, oscuridad/día… y por eso es el lugar en donde convergen todas las ansiedades.
La presencia del monstruo representa “lo otro” en su forma maligna, en relación a “lo siniestro” que habla Freud.
Veamos que nos dicen algunos de los monstruos conocidos de la pantalla cinematográfica.
Frankenstein
Sólo es monstruo en su apariencia. Él es , sensible y curioso cómo un niño. Es el rechazo de su creador y de los hombres que le acaban convirtiendo en el monstruo que todos ven.
Los Zombis
Son personas infectadas que pierden su humanidad, convirtiéndose en monstruos que al perseguir a otros humanos pueden contagiarlos.
“Un monstruo vino a verme”
A pesar de su apariencia, el monstruo encarna el papel de guía, mostrando al niño el camino para descubrir y encontrar el origen de sus emociones, miedo, rabia…,y , por tanto, descubrir las respuestas que Conor quiere mantener escondidas de sí mismo.
Siguiendo con la metáfora, el Covid, monstruo construido social e individualmente (entendiendo lo monstruoso en relación con lo siniestro), sólo lo es en su apariencia, es la mirada sobre él, lo que acaba volviéndole el monstruo que todos vemos, (como Frankenstein) y que convierte al sujeto infectado en ese “otro” peligroso por su contagio (Los Zombis). Sin negar, por supuesto, la gravedad del tema, ya que nos enfrentamos a un situación desconcertante, peligrosa y conflictiva, no podemos dejar de lado lo que nos viene a decir de nosotros, igual que el monstruo guía a Conor, nosotros debemos reflexionar sobre todos los temas que ha cuestionado y cuestiona la situación provocada por el Covid, tanto a nivel social como individual.
El monstruo funciona, por un lado, como espejo de las ansiedades sociales y, por otro, como espejo en dónde proyectamos nuestras ansiedades reprimidas por miedo. King Kong, Nosferatu… son monstruos que personifican la amenaza que ese “otro” representa para nosotros. El Covid viene a quedarse como monstruo, y al hacerlo personificamos en él nuestro monstruo particular. Igual que analizamos una película de horror, debemos analizar en qué película colocamos a nuestro monstruo y que nos quiere decir.
CONCLUSIONES
Todos tenemos deseos y temores inconscientes que si se hicieran conscientes podríamos rechazar y temer, por lo que nos defendemos alejándonos y escapándonos de ellos. Pero se trata de hacer las paces con ellos, saber de su existencia, identificarlos, enfrentarlos y entenderlos, cómo única manera de hacerles frente y encontrar alternativas.
Lo monstruoso (como lo siniestro) aparece en la mirada y en la proyección del sujeto que tiende a transformar en monstruo lo que observa y vive, y es esa mirada la que habría que evitar para poder calmar el miedo.
No se desean los monstruos, ellos aparecen, llegan y forman parte de lo cotidiano. Vivir significa que nos vamos a topar con ellos. Superar el miedo no quiere decir que los monstruos desaparezcan. Hay que desarticularlos para desmontar lo siniestro que hay en ellos, igual que hizo Conor, en “un monstruo vino a verme”, para poder sentirnos libres.
Si lo siniestro es una vivencia contradictoria donde lo extraño se nos presenta como conocido y lo conocido se torna extraño, hay que huir de la falta de palabra, de la falta de escucha. Es necesario recordar para no repetir, y para ello tenemos que tener la palaba que nos permita claridad para conjurar las sombras. Porque con la luz del día, al igual que las noches de pesadillas en las que nuestros fantasmas y monstruos nos invaden, lo siniestro desaparece, dejando en su lugar una realidad que puede ser preocupante, pero que al estar exenta de monstruos no nos invalida.
El Covid, susceptible de volver monstruoso al otro, no es un monstruo al que derrotar. Deviene en monstruo por todo el imaginario social e individual en el que estamos inmersos. El virus es sólo un virus que hay que tratar y que nos lleva a cuestionarnos nuestro sistema y formas de vida social y personal. Encontrar la vacuna no es suficiente para volver a estar seguros. Además, por supuesto, de encontrarla, hay que reflexionar y escuchar todo lo que tiene que decirnos sobre nuestro funcionamiento si queremos volver a sentir un entorno seguro y amigable.