DIFERENTES CARAS DE LA SOLEDAD
“En estas soledades, sé una multitud para ti mismo”
(Michel de Montaigne)
Ya vimos en el artículo publicado en este blog sobre la soledad (https://pensart.es/reflexionando-sobre-la-soledad/) que no podemos hablar sólo de un tipo, sino que tenemos que hablar de diferentes tipos de soledades.
Tanto en la historia de la filosofía como en el campo de la psicología nos encontramos con una diferenciación entre el sentimiento de soledad como condición humana inherente al vivir, y la soledad relacionada a estados emocionales dolorosos como la desconexión con el otro o con nosotros mismos. Cuando estamos desconectados de nuestro propio proceso interno se genera una sensación de soledad, ya que la desconexión con uno mismo se refleja en una desconexión con los demás,
Se puede estar rodeado de gente y sentirse solo. Ocurre cuando nos sentimos aislados del otro y refleja la necesidad del ser humano de una conexión más profunda tanto con los otros como con uno mismo. Esta soledad nos puede generar sensaciones de rechazo, vergüenza o de no ser querido.
El conectar con otros aleja el fantasma de la soledad, y, por otro lado, aunque el otro no esté presente podemos no sentirnos solos si estamos en conexión con nosotros mismos, ya que en la medida en la que estemos más en coherencia con lo que somos menos solos nos sentiremos.
No es necesaria la presencia del otro, porque estamos en relación con el mundo y a la posibilidad del encuentro. Aunque no compartamos el mismo espacio físico, si compartimos el mismo espacio emocional que el otro, nos sentimos acompañados, entendidos y en comunión con nosotros y con el otro aunque no esté presente.
Este tipo de soledad puede disfrutarse ya que es un estado de consciencia y una forma de vivir la vida.
La otra soledad, la soledad existencial, es más profunda y surge de la brecha insalvable que existe entre el individuo y el resto del mundo. Esta brecha no sólo es consecuencia del hecho de que nacemos y morimos solos, sino que cada uno de nosotros habita un mundo que sólo conocemos nosotros mismos.
Esta soledad de la que hablamos es una soledad estructural de todo ser humano, que no desaparece a pesar de los vínculos que tengamos, ya que se trata de un sentimiento que se mezcla con la duda existencial de para que vivimos y que es exactamente lo que nos conecta con otras personas.
“La soledad existencial tiene que ver con un abismo insalvable entre uno y cualquier otro ser. (…) Es una confrontación con la muerte y con la libertad”
“En algún momento de su vida, todo ser humano entra en una etapa de “oscura reflexión” durante la cual se pone en contacto con las preocupaciones existenciales básicas.”
(Yalom, Psicoterapia Existencial, 1980)
La soledad existencial nos puede conectar con una sensación de vacío, de inseguridad, de un sinsentido y aunque tratamos de esquivar esta sensación no hay forma de escapar. Esta soledad no la podemos eludir, no es sustituible por otra cosa. Forma parte del proceso del propio despertar, que no es más que darse cuenta de quién soy, qué hago aquí y hacia dónde voy.
Se convierte en una capacidad, la de soportar lo faltante, la de saberlo no reemplazable, la de aceptarlo como inevitable, y aunque no la exorciza nos ayuda en el proceso de búsqueda de nuestro propio sentido de vida.
Aceptar, elaborar, incluir la soledad como algo que no puede dejarse de lado, ayudará a soportar la aparición de ese “hueco” ese “vacío”, y, paradójicamente, será lo que nos permita no sentirnos solos.
La SOLEDAD, la propia palabra nos puede sugerir liberación o condena, según el momento personal en que estemos. Todo depende de si nos queremos a nosotros mismos y además nos sentimos queridos por los quienes nos importan, o por el contrario nos sentimos apartados socialmente e inseguros con nosotros mismos.
Yo creo que el equilibrio entre nuestro ser interior, y nuestras relaciones sociales, nos llevan a hacerla necesaria en su justa medida.
Pero cuán difícil es aprender a conseguirlo.
Hola Carmen
Efectivamente, la soledad como estado emocional está totalmente relacionada con la relación con nosotros mismos y con la relación con los otros, en una interrelación constante. El equilibrio entre ambas muchas veces es inestable. Con frecuencia le damos más peso al otro que a nosotros mismos, y ese peso que le damos nos puede llevar a sentir las relaciones con los demás como invasoras.
Muchas gracias por compartir con nosotros tus reflexiones
Concha, hablas de que la soledad «Se convierte en una capacidad, la de soportar lo faltante, la de saberlo no reemplazable, la de aceptarlo como inevitable, «. A esta capacidad de soportar lo faltante, que tu llamas soledad, yo le llamo duelo. Me parece interesante la relación entre duelo y soledad, claro. Pero son diferentes para mí. La soledad como capacidad…no como sentimiento ?
La siguiente parte de la frase no la entiendo. «…y aunque no la exorciza nos ayuda en el proceso de búsqueda de nuestro propio sentido de vida.» Ya me comentarás si tienes un momento. Qué no exorciza el qué?:-(
hola Alicia, te refieres al siguiente párrafo:
«Se convierte en una capacidad, la de soportar lo faltante, la de saberlo no reemplazable, la de aceptarlo como inevitable, y aunque no la exorciza nos ayuda en el proceso de búsqueda de nuestro propio sentido de vida».
Este párrafo habla de la soledad existencial. Este tipo de soledad hace referencia a una sensación, a un sentimiento que surge como consecuencia de la reflexión interna sobre las preocupaciones existenciales básicas. Es en este estado interno emocional en dónde vamos creando la capacidad de soportar las limitaciones, de soportar el vacío existencial. Estoy de acuerdo contigo en la relación que estableces entre soledad y duelo, pero aquí se refiere a la soledad como sentimiento mientras que el duelo sería el proceso que se lleva a cabo para aceptar la falta de lo perdido.
La pregunta que haces sobre que es lo que no exorciza, se refiere a que esta capacidad de soportar no aleja ni evita el proceso de duelo necesario para asumir y transitar nuestra búsqueda del propio sentido de vida, pero si lo hace mas transitable.
Muchas gracias por acompañarnos en este espacio de reflexión. Si no te parece que he respondido del todo a tu pregunta, por favor no dudes en decírmelo otra vez.
La soledad es un “proceso” necesario.
A veces desencadena angustia, ansiedad y vulnerabilidad cuando sentimos esa soledad como miedo. Buscamos que nos acompañen, la apacigüen y la calmen. Es la soledad del Covid, por ejemplo, la de los pacientes.
Pero en otras ocasiones , este “proceso” implica libertad, paz y trabajo de desarrollo personal, para conocernos, hablarnos y racionalizar lo irreal.
Es la soledad del confinamiento, por ejemplo. Un tiempo para escucharnos, comprendernos, perdonarnos y aceptarnos. Que a la vez produce bienestar emocional.
Por eso creo que es un proceso, porque es un trabajo personal que conlleva un tiempo de deshacer y rehacer.
Dicen que “la soledad duele”, otros hablan de “bendita soledad”
Hola Mónica
Me parece muy interesante la relación que has hecho entre los tipos de soledad y la situación en la que estamos ahora por el Covid. Efectivamente la soledad en muchos casos es un factor necesario en el proceso de encuentro intimo con nosotros mismos, que a su vez es fundamental para encontrarnos y encontrar nuestro sentido de vida. Este proceso asusta pero libera.
Gracias por compartir tus reflexiones.