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QUERIDO CONFINAMIENTO:

Querido confiTamiento:

Tengo mucho que decirT y no sé ni por dónde empezar.

El último día que salí voluntariamenT a la calle fue el 12 de Marzo. Las miradas en el metro eran diferentes. Mis pasos, también. Mi alergia hacía de las suyas. Mi mente, a por uvas.  Mi cuerpo, inquieto. Mi corazón, muy presenT. Los otros, raros.

Opiniones sobre lo que estaba aconteciendo como para crear un libro. O un ebook ahora que estamos on fire con el mundo online. Juicios muy polarizados, of course, o blanco o negro, que de grises ya hablaremos en otra ocasión.

Me encierro a propósito porque creo que es lo más responsable y por supuesto, lo que más me apetecía. Unos días en casa, en modo “vacaciones”. Asueto inesperado y abrazado. Primera granada que me estalla en la cara.

Y empiezo a escuchar palabras que no sabía ni que existían en la rebotica de la memoria. Estado de alarma (madremíadelamorhermoso), pandemia (suenafeofeo), coronavirus (coronaquedequeestamoshablando), la covid-19 (otralechealofemenino), epis (ymiBlasdondeestámiBlas), intubar (nosediceentubar), neumonía bilateral (cuantostiposhaydeneumonía), cuarentena (despuésdelparto), confinar (mevieneconfitar), disnea (meahogaescribirla), mascarilla (ufqueagobioconlasgafas), pangolín (aquícolapso), paciente cero (películasapocalípticas), SARS (estasiquemelasabíabien), curva de contagio y aplanar la curva (otrocortocircuito), enfermedades zoonóticas (aquíyatirédeSanGoogle), gripe española (mecabreoporquemesélahistoria), infodemia (niveldiosya), MERS (ySARSsonparejayresidentesenMadrid), Wuhan (canciónjujaporfavorpinchaenWuhan) y vacuna (marcastengodeellas) entre otras.

Aquí me revientan varios misiles en el rostro porque a pesar de las asociaciones, me empiezo a hacer cargo de la gravedad. Parte de mí, sigue pensando que son unas vacaciones forzosas.

Y empiezan los aplausos. Y empiezan las vídeo llamadas. Y tenemos reuniones o calls. Y el Telegram. Y el WhatsApp. Y las llamadas telefónicas. Y la wifi que empieza también a pedir un confinamiento. Y caduca el DNI. Y me cancelan la cita médica. Y el Skype que se reinicia. Y el Zoom. Y el me visto a medias. Y hago ejercicio en casa (aunque antes no lo hiciera, da igual, hay que darlo todo). Y los webinars. Y la visita virtual a los museos. Y el Circo del Sol que pone espectáculos gratis (nomelopuedocreer). Ay madre, que ya me estoy agobiando. Y la cantidad ingente de información sobre el coronavirus. Y más opiniones. Y las críticas. Y los “pues con lo fácil que sería hacer…”.

Y la caída de ingresos.  Y  los consejos sabios. Y los consejos insensatos como beber lejía. Y las terribles cifras de contagiados. Y las dramáticas de fallecidos. Y no poder despedirse de ellos. Y los abuelicos… Y los conciertos solidarios. Y la cultura que se enfada. Y las iniciativas solidarias. Y las óperas sin tener abono en el Real. Y descubro los  directos de Ana Milán en el Insta  (gracias Ana).

Y me apunto a cursos. Y los hago. Con título. Sin título. Y me apunto a clases magistrales. Y las sigo. Y tomo apuntes. Y me digo que leche, yo también voy a dar clases magistrales. Y webinares molones. Y le dedico horas a aprender. Y me motivo. Y me acuesto a las mil. Y me desmotivo. Y me vengo arriba. Y me vengo abajo. Y me pongo como un orco. Y me pongo como Arwen. Y me vuelvo a acostar a las mil. Y celebro Sant Jordi como nunca. Y me hincho a ver directos de escritores y escritoras. Y a seguir leyendo.

Y me hace ruido ya lo de leerme. Y necesito pensarme. Y reflexionarme. Y mirarme dentro. Y en este devenir, pues pasa lo que tenía que pasar.

Lo que empezó en la cabeza como algo puntual y responsable empieza a arañarme y a pellizcarme el alma.

Y vienen los fantasmas. Sí, sí, los de cada uno de nosotr@s, esos que anestesiamos con el día a día. Y me los encuentro un día  por el pasillo. Todos juntitos, “así no eh, así no, hay que mantener distancia, por lo menos dos metros”. Nada, ni caso, todos allí de congreso listos para darme por todos los sitios. Armados hasta los dientes, con las pinturas de guerra. Y yo, en pijama. Me acaban de pillar desprevenida, como el corona.

Y me corono haciéndoles un té, para despistar, por si acaso cuela.

Saco la catana, que me gusta a mí el rollo ninja samurái y la lio parda pero parda, parda. No me cargo ni un solo espectro, no están por la labor, me tienen ganas. Mis tácticas de distracción no han funcionado. ¿Qué os cuesta? Madremíadelamorhermosoooo.

Otra de trabajo emocional. Nunca termina… Al lío pues.

Y abandono Netflix. Sí, sí, que me encantan las series y que nada, que las dejo de cuarentena también. Pero luego vuelvo, con ganas, con presencia, con intención.

Acepto y requeteacepto que para eso soy mindful. Intento sostenerme, contenerme, que para eso soy psicóloga. Paro, observo, medito, tiro de recursos, me recompongo. Al embrollo otra vez. Siguen los contagios, las malas noticias y las falsas noticias. No puedo más. Corto y cambio.

Me doy permiso para estar como estoy. Si quiero aprovecho el día, decisión consciente, si no quiero, no lo aprovecho, decisión voluntaria, deliberada y también consciente. Conecto conmigo, una delicia. Me vuelvo a sorprender de ver la maravilla que hay por ahí dentro.

Y me pienso. Y me reflexiono. Y me vuelvo a pensar. Y me reencuentro. Y me mimo. Y me achucho. Y me siento bien. Y me siento mal. Y me siento, sin más.

Se alargan la cuarentena, el estado de alarma, la pandemia, todas las palabras juntitas en una nube cambiante.

Sigo como sé, como puedo, como creo que tengo que hacerlo. Leo mucho, escribo, atiendo a mis pacientes con más amor y presencia que nunca. Me trabajo y siento como a veces crezco. A veces, me paro. Otras, me mantengo. Sin regresiones, sin saudades

Miro a mi familia, a mis amigos, a los conocidos, con aceptación incondicional. Les envío en silencio paz, amor, salud y compasión. Me gusto en esta etapa, no me había dado cuenta de lo que me había echado de menos.

Y añado palabra: DESESCALADA. Bonita, Edurne Pasaban, que te he visto en varios directos. Me gusta lo que dices y como lo dices. Esta palabras para ti también que sabes lo difícil que es subir pero lo espantoso que puede ser bajar.

Pinta feo. La realidad no me gusta. Dejo de luchar sobre lo que quiero cambiar y no puedo. Me calmo. Avanzo en este proyecto. Me embruja y me encanta lo que saca de mí.

No hablo de duelos ni de pérdidas, que las hay, sólo de reencuentros, de quitarme lo que no quiero, de poner límites, de respetar mis tiempos.

De los insights (darme cuenta de algo), de cómo el ritmo de la vida, aunque lo parezca, no para. Un vistazo por favor a la naturaleza los días de confinamiento.

Tiempo aprendido. Ni sufrido ni perdido. Seguiré reflexionando, esto no ha terminado, acaba de empezar.

Y hasta aquí querido confinamiento, querido confiTamiento, querido y no tan querido aislamiento, mi cavilación epistolar.

La vida es ahora, la vida es cambio, por favor, no la dejes pasar.

Te animo a pensarT, a mirarT, a sentirT, a entenderT, a verT. Ni se te ocurra dejarT para luego.

ElígeT siempre.

Te espero por aquí para compartir.

Tuya,

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2 comentarios en «QUERIDO CONFINAMIENTO:»

  1. ¡hola!

    Parece que hemos pasado el confinamiento en habitaciones contiguas. La sorpresa, el susto, la pena, el teletrabajo, las subidas y bajadas (porque venían de dos en dos), los negativos, los abrazos contenidos, los paseos y las lecturas… Ha sido un verdadero viaje. Mirándolo desde aquí, parezco más fuerte de lo que realmente me sentía.De lo que me siento ahora.

    Seguimos.

    ¡Gracias! Ha sido genial leerlo.

    Un beso

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