No leer más que los titulares, ¿Cómo influye en el desarrollo del pensamiento crítico?
Definición de titular: frase sencilla, corta que resume lo que se va a contar.
Vivimos en una sociedad de primeras impresiones. El exceso de contenidos, la inmediatez que impregna nuestra forma de vida hacen que nos quedemos solo en la superficie, sin ir más allá, consumiendo sin pararnos a profundizar.
Este artículo surge de la preocupación que hace tiempo me viene acompañando y que se hizo más patente hace unos días después de una conversación con mis sobrinas de 21 Y 23 años. Este conversación me confirmó y apremió en la necesidad de visibilizar y analizar el por qué y las consecuencias que la forma de vida actual tiene en nosotros y en nuestros jóvenes.
Revisando lo que se ha escrito sobre este tema, los datos volvieron a alertarme. Más de un 50% de lectores de prensa sólo leen los titulares, y una gran mayoría de usuarios de internet no leen, sino “escanean” sin pararse a reflexionar ni elaborar la información que reciben. Me vino a la mente un recuerdo de hace años en una viaje a Paris. Estaba disfrutando admirando un cuadro de Monet en el Museo d`Orsay cuándo llegó un grupo de turistas asiáticos. Me sorprendió ver como una turista iba haciendo fotos a todos los cuadros sin pararse a mirarlos ni siquiera un segundo, y recuerdo mi sensación de pena por ella en ese momento, pena porque en su deseo de tener, de consumir experiencias, las perdió porque no las pudo disfrutar.
Volví a constatar cómo la rapidez e inmediatez como forma de vida, la ausencia de lecturas largas y reflexivas, el consumo de información, más que el uso de la misma, nos lleva a vivir y pensar en titulares. Y eso, es peligroso.
Pensar críticamente, aprehender un contenido, implica cuestionarlo, preguntarse, confrontarlo. Vivimos en una sociedad que evita la discusión dialéctica convirtiendo los debates en espectáculos cirquenses, sin contenido ni reflexión solo espectáculo alienante y vacío.
Parar, reflexionar, pensar, se hace difícil. Se ha impuesto la dictadura de la acción, de la inmediatez frente a la reflexión y con ello el pensamiento crítico corre riesgo de desaparecer dando lugar al desequilibrio, al vacío y a la alienación.
Como decimos en la introducción de nuestro blog:
El pensamiento crítico consiste en analizar y evaluar la fundamentación y consistencia de los razonamientos, en especial las afirmaciones que la sociedad acepta como verdaderas en el contexto de la vida cotidiana.
Pensar críticamente es hacerse preguntas apropiadas, recopilar información relevante, revisar eficiente y creativamente dicha información y pensar lógicamente sobre ella para llegar a conclusiones fiables. Y esto lo anula el “pensar en titulares”, ya que “pensar en titulares” es tomar la parte por el todo, quedarnos sólo en la superficie del contenido, creer o no en lo que se dice sin reflexionar ni contrastar la información, basándose solo en la subjetividad, sin palabra ni representación. Por eso es peligroso. Quedarnos sólo en la inmediatez de la información, en el titular, en donde lo general y lo sintético se confunden y funden, influye en el desarrollo cognitivo, ya que lleva a un tipo pensamiento que no desarrolla los argumentos sustento de la información, ni la lógica del discurso, empobreciendo por tanto el pensamiento intelectual.
Por tanto, si solo leemos los titulares ¿estamos verdaderamente informados? ¿Desarrollamos el pensamiento crítico? ¿Somos verdaderos dueños de nuestras decisiones o estamos alienados, esclavizados sin saberlo, como ya nos alertaba Fromm en miedo a la libertad a mitad del siglo pasado?
¿Qué podemos hacer? ¿Qué alternativas tenemos?
Evidentemente, desarrollando el pensamiento crítico, pero ¿Cómo?
Es nuestro deber no ser cómplices de esta situación. Más de una vez me han insinuado que escribo largo, no muy coloquial, argumentando que no se leen textos tan largos. Siempre me he negado a ceder, ya que hacerlo implicaría entrar en el juego al que denuncio. Además, evitar el esfuerzo cognitivo al otro es hacerle un flaco favor, ya que, el cerebro, igual que cualquier músculo, si no se entrena se debilita.
Esto no significa que no deban de existir lecturas más fáciles de leer, más frescas y cortas, por supuesto que no, pero no deben ser las únicas, relegando al olvido los textos que nos causan más esfuerzo y son más largos.
Hace poco hablando con una amiga y colega, que anda en los mismos temas, me contaba una anécdota con su sobrino que pudiera servir de ejemplo de cómo hacer.
Mi amiga había venido a España a hacer el Camino de Santiago con su marido y un sobrino de 13 años. Le preguntó al sobrino que le parecíamos nosotros. Reproduzco el diálogo.
JM-. Me caen bien, son majos
T.- pero ¿Por qué te parecen majos?
JM.- no sé
T.- Esa respuesta no vale, tienes que encontrar razones para poder argumentarlo. Piensa varias razones por las que te caen bien….
JM, tuvo que hacer el esfuerzo de pensar y encontrar argumentos que dieran consistencia a su opinión. Esta es una forma de ayudar a el pensamiento crítico, a no quedarse en la punta del iceberg y profundizar más en las razones que sustentan una afirmación.
Tenemos en nuestras manos no ser cómplices de la muerte del pensamiento critico, yendo más allá de lo obvio, preguntándonos y preguntando el por qué, entendiendo el desarrollo de la lógica del pensamiento y encontrando fundamentación a nuestras afirmaciones o negaciones, y para eso, no podemos “pensar en titulares”.
Tenéis toda la razón, en una sociedad entrenada para consumir y por ende justificar la devastadora ambiental cadena de producción, la respuesta inmediata es clave para mantener el sistema. Lo que importa es la acción misma de consumir, no la reflexión que llevaria a considerar valores implicitos en cada acto que realizamos, mucho menos sus repercuciones o la consideración del bien común. No se toleran los procesos y nuestra capacidad de espera va en picada.
Byung-Chin-Han lo analiza en varios de sus textos, especialmente en «el aroma del tiempo», para no pretender resumir al autor, sólo añado que me pare que el chaval era conciente de su sensación de bienestar en presencia de Ustedes y no sentía necesidad de saber por qué; qué bien que se lo preguntásteis.