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MITOS Y ESTEREOTIPOS DE GÉNERO.

Estereotipos y comportamientos en el cine

Los estereotipos de género son una generalización distorsionada, simplificada e inexacta  sobre un grupo, institución o acontecimiento.  Una “representación preconcebida y prejuiciosa” de ser hombre y mujer.

Desde la antigüedad, la cultura ha impuesto una noción de hombre y mujer polarizados, donde las construcciones sociales masculinas y femeninas se asumen como excluyentes y contrapuestas. Es así que ser mujer se asocia a estereotipos como la afectividad, la fertilidad, la domesticación, la docilidad, la pasividad, la timidez o la delicadeza, como si una mujer que no tuviera estas virtudes fuera menos mujer o no tuviera una identidad aceptable. Al mismo tiempo, ser hombre se asocia a ser fuerte, valiente o agresivo, entre otros, como si un hombre no tuviera la posibilidad de mostrar sus sentimientos. Sin embargo, tanto hombres como mujeres tenemos rasgos masculinos y femeninos, que tendríamos que desarrollar libremente para ser seres humanos integrales.

El cine y la televisión nos ayudan a visibilizar estos mensajes que refuerzan y legitiman todo tipo de estereotipos sobre la mujer.

En ocasiones la representan en papeles secundarios y tradicionales. El espectador, al verla así representada de manera acumulativa y repetitiva, configura una imagen sobre la mujer anclada en el pasado, limitando  sus horizontes  a los mismos roles de siempre.

 En el cine actual, con la presencia cada vez mayor de mujeres directoras, el papel de la mujer va tomando otra importancia, al presentar de forma alternativa una visión crítica de le mujer dependiente.

La mujer en el cine. El estereotipo femenino

La crítica feminista frente a la filmografía reflexiona sobre  la postura patriarcal en el cine y  la repetición de esquemas estáticos, como la heteronormatividad en las representaciones narrativas cinematográficas, aparte de emprender un cuestionamiento a un sistema estructurado a partir de los roles femeninos y masculinos.

“Estos análisis subrayan la idea de que las imágenes y los estereotipos que se asignan a los papeles femeninos están plasmando el juego binario de imágenes positivas versus imágenes negativas: madre/prostituta, la femme fatale/ la chica buena…

El cine está mayoritariamente en manos masculinas. Los valores como el poder, el sexo, la violencia o el dinero aparecen legitimados en la pantalla.

Jesús Ibáñez distingue, interpretando las ideas de Levi-Strauss, entre mujeres negociables y consumibles. Las primeras serían aquellas conservadas para el intercambio, las castas, «cuya penetración sería un incesto», mientras que las segundas serían aquellas que no poseen valor alguno dentro de ese sistema de intercambio; es decir, mujeres que sólo tienen valor de uso, pero no de cambio.

Veamos algunos de estos estereotipos  en el cine:

La mujer que espera ser rescatada, la de encontrar un hombre y amarle para el resto de sus días, la desinhibida sexualmente o la ‘femme fatale’ son algunos de los estereotipos femeninos heredados, sobre todo, del cine norteamericano

Precursores de estos valores son largometrajes como el de ‘Pretty Woman’: la mujer —bella, por supuesto— aprende a comportarse de manera elegante para que el hombre —con una impresionante suma de dinero— se enamore de ella y la rescate de una vida que muchos consideran miserable.

Pero no olvidemos el prototipo de ‘femme fatale’ que aprovecha sus ‘armas de mujer’ para ser perversa. La protagonista de ‘Instinto básico’ es la reencarnación del mal, una mantis religiosa capaz de inculpar a un inocente para escapar de la justicia. O ‘Fuego en el cuerpo’ en la que, como afirma Ángeles Cruzado en ‘La mujer como encarnación del mal y prototipos femeninos de perversidad en el cine’, el tema principal es «el miedo masculino ante la mujer liberada, desinhibida e independiente que amenaza con invertir la situación de dominación de los hombres sobre las mujeres».

Otros estereotipos femeninos que se repiten en el cine son los de la mujer heterosexual, virgen, esposa y madre, la mujer objeto de deseo o la mujer fetiche.

Mujer “objeto de deseo” que soporta pasivamente la mirada activa del varón (en algunas películas de Hitchcock, como La ventana indiscreta, de 1958. Marlene Dietrich es el máximo fetiche en el ciclo de películas de von Sternberg

Estereotipos sexistas en el cine:

El cine ha reproducido también el lenguaje sexista, imponiendo la violencia que se transmite a través del lenguaje, cuando se reproducen los comportamientos de una sociedad en la que predomina la cultura y la ley del varón, cuando se presenta a la mujer como simple objeto sexual, expresando la relación de desigualdad entre hombres y mujeres, basando en la afirmación de la superioridad de un sexo sobre el otro; de los hombres sobre las mujeres, presentando a las niñas como personas que aprenden a ceder, pactar, cooperar, entregar, obedecer, cuidar… aspectos que no llevan al éxito ni al poder y que son considerados socialmente inferiores a los masculinos, quedando las mujeres reducidas al espacio doméstico de la familia.

El honor del hombre, de la familia y del pueblo

Se da en casi todas las culturas y tiene como fundamento el honor de la casa, de la familia y del hombre, no de la mujer. La casa la representa el hombre, señor y dominador de la familia. El cine refleja esta situación en infinidad de películas, siendo la mujer castigada con la exclusión, la pena corporal, a veces la muerte. Un final feliz suele ser el arrepentimiento de la mujer por su rebelión.

Modelos no sexistas

Los modelos no sexistas no son tan frecuentes, como las imágenes de Padre moderno: tierno, atractivo, cariñoso Hombre profesional menos tradicional y que aparece en más lugares de ocio Mayor sensualidad y hombre objeto a la mirada femenina Tareas domésticas y cuidado de los niños realizadas por ambos sexos Anuncios de juguetes no sexistas Mujeres en tareas o puestos tradicionalmente masculinos como jefas, políticas… Mujeres en situaciones de acción, aventura, riesgo, investigación, ciencia y técnica, poder, poseedoras de la verdad y la razón, expertas, descubridoras…

. La subjetividad femenina queda totalmente dañada en una sociedad patriarcal que educa en una asepsia aparente pero que en realidad promociona al sexo masculino y culpabiliza al femenino. Veremos un ejemplo en alguna película en la que estos comportamientos se evidencien: la maldad de la protagonista y la heroicidad del protagonista.

Los modelos o arquetipos de mujer que la televisión ofrece siguen el esquema patriarcal tradicional, disfrazado en muchos casos de modernidad, pero ésta es sólo estética.

El mensaje, subliminal en algunos casos, tampoco deja de remarcar que la mujer debe seguir basando su poder en las armas eróticas y vender esta imagen para triunfar y dejar a los hombres dirigir la sociedad y sus normas.

 Es un gran engaño que, desgraciadamente, tiene mucho éxito porque apela al narcisismo femenino haciéndolo recaer en su cuerpo y, en cambio, apela al narcisismo masculino en términos de control social, familiar, político y económico.

La mujer se ve obligada a renunciar a su verdadera identidad, construyendo ésta en complacer al hombre y en dejarse absorber por sus demandas, prescindiendo de las ideas propias o no manifestándolas para no molestar.

Desgraciadamente, seguimos reproduciendo este patrón de comportamiento y los medios de comunicación se encargan de legitimarlo y reforzarlo como algo natural.

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