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Manifiesto

DESMONTAR LA FELICIDAD PARA HACERLA POSIBLE

 

Desarrollar el pensamiento crítico individual, ayudando en el proceso de crecimiento personal y en la búsqueda de un proyecto vital que lleve al individuo a un estado de satisfacción personal y el encuentro consigo mismo.

 

La felicidad, ¿se consigue, se alcanza, se tiene o se es?

Todos buscamos ansiosamente la felicidad, pero esta es esquiva y se nos escapa constantemente, pero, ¿qué es la felicidad? ¿Por qué es difícil conseguirla?

La insatisfacción y el malestar nos dominan y nos colocan en una situación de vulnerabilidad que facilita creer en lo que los medios nos dicen, en la ilusión de encontrar la felicidad. Comprándola en pequeñas cápsulas entramos en una carrera frenética detrás de una felicidad inmediata como si de un bien de consumo se tratara.

Pero la felicidad no es un objeto que se compra, no se puede consumir y, por lo tanto, no se puede tener. Tampoco es una forma de ser. ¿Qué es entonces?

La felicidad es una forma de estar y sentirse, es decir, está totalmente relacionada con los sentimientos, con la satisfacción personal y con el bienestar psíquico. La felicidad está sujeta a la dinámica de los afectos, no del consumo.

¿Por qué cuesta tanto conseguir ser felices?

No podemos sentirnos felices si no hemos conseguido un equilibrio interior que nos haga sentirnos satisfechos con nosotros mismos, y este equilibrio no lo conseguiremos si no sabemos quiénes somos y no tenemos proyecto de vida definido, consecuencias claras del desarrollo y madurez personal, y, sin un pensamiento crítico que nos haga sentir seguros de lo que queremos y pensamos, es imposible conseguirlo.

Al vivir en una sociedad de primeras impresiones y con exceso de  contenidos, es fácil quedarse  sólo en la superficie sin ir más allá, favoreciendo la aparición de la frivolidad

 En esta sociedad la frivolidad se ha convertido en una virtud. Se trata de evitar la discusión dialéctica, de huir de la autenticidad con la broma y el chiste continuo, con un pensamiento frágil, débil sin ideas y sentimientos propios y, por tanto, sin creencias firmes.

Parar, reflexionar, pensar, se hace difícil. Se ha impuesto la dictadura de la acción frente a la reflexión. El pensamiento crítico corre riesgo de desaparecer y con ello aparece el desequilibrio, el vacío, la falta de proyecto vital y la paradoja de no encontrar nunca aquello que se busca desesperadamente: la felicidad

Pensar críticamente es hacerse preguntas apropiadas, recopilar información relevante, revisar eficiente y creativamente dicha información y pensar de forma lógica sobre ella para llegar a conclusiones fiables.

¿Qué hacer?

Para poder estar felices, tenemos que parar, entendernos, escucharnos para poder saber quiénes somos y que deseamos.

En este contexto social, el individuo está sometido a una constante paradoja y contradicción, por un lado se le presiona  hacia la necesidad del crecimiento personal y el desarrollo de la inteligencia emocional pero por otro lado, con la constante tendencia a la frivolidad, se evita y se está destruyendo  el pensamiento crítico. Se lleva al individuo a no parar, no profundizar, es decir, no tener pensamiento propio.

 Desde el espacio «pensart» pretendemos salir de la paradoja y trabajar estos dos aspectos que están  intrínsecamente unidos y que separados es imposible  conseguir, como es el desarrollo personal  y la búsqueda y el encuentro de un proyecto vital con un individuo  maduro emocional e intelectualmente.

 

La insatisfacción está dominando la sociedad. Los medios dejaron de informar, formar y entretener para pasar muchos a distraer con el fin de vender: objetos o ideología.

Se venden experiencias y sensaciones en busca de alterar nuestros estados de ánimo positivo. Se inicia así una carrera con el fin de experimentar todas estas ofertas, cayendo en una hiperaccion constante. Castigados a no parar  y obsesionados con conseguir la felicidad comprándola en pequeñas cápsulas, no podemos parar detrás de una felicidad Inmediata unida al híperconsumismo tanto material como emocional.

Vivimos en una sociedad de primeras impresiones. La cantidad excesiva de contenidos hace que nos quedemos solo en la superficie sin ir más allá, consumiendo sin parar a profundizar.

Aprehender un contenido Implica cuestionarlo y cuestionarnos y esto no es fácil.

Una de las manifestaciones hoy más de moda es el de la frivolidad, que llega también al intelecto. Frívolo tiene el sentido de fútil, sin valor, de poca importancia y en relación con la persona, la define  como superficial, ligera, vacía.

En esta sociedad la frivolidad se ha convertido en una virtud. Se trata de evitar la discusión dialéctica, de huir de la autenticidad con la broma y el chiste continuo, con un pensamiento frágil, débil sin ideas y sentimientos propios y, por tanto, sin creencias firmes.

Una sociedad frívola es una sociedad desinformada, manipulada, alienada y sin conciencia de ello.

Erich Fromm decía en 1964:

“En esta nueva sociedad de la segunda revolución industrial el individuo desaparece. Queda completamente enajenado.  Está programado por los principios de la máxima producción, El máximo consumo y el mínimo roce“.

“¿Qué tipo de hombre, pues, requiere nuestra sociedad para poder funcionar bien, sin roces?. Necesita hombres con los que se pueda cooperar fácilmente en grupos grandes, que quieran consumir cada vez más y que tengan gustos normalizados, fáciles de preveer e influir. Necesita hombres que se crean libres e independientes, no sometidos a ninguna autoridad ni principio ni moral, pero que estén dispuestos a recibir órdenes, que hagan lo que se espera de ellos y que encajen sin estridencias en la Maquinaria social; hombres gobernables sin el empleo de la fuerza, obedientes sin jefe Y empujados sin más meta que la de seguir en marcha, funcionar, continuar“.

Con las relaciones pasa igual. Establecemos relaciones superficiales, basadas más en el beneficio que en el significado afectivo. Cuesta profundizar, porque hacerlo implica hacer frente al miedo al otro y a nosotros mismos y poder enfrentarnos al gran monstruo que nos persigue: El fracaso y la sensación de no poderlo todo. Sólo así podremos mostrarnos como somos y poder conocer al otro y a nosotros de verdad.

Parar, reflexionar, pensar, se hace difícil. Se ha impuesto la dictadura de la acción frente a la reflexión. El pensamiento crítico corre riesgo de desaparecer y con ello la aparición del desequilibrio, el vacío, la falta de proyecto vital y la paradoja de no encontrar nunca aquello que se busca desesperadamente: la felicidad.

Existe un poder invisible, cuya voz son los medios de comunicación, que actúa sobre los individuos manipulándolos para ser sometidos sin ser conscientes de ello. Para imponer un sistema que no les conviene a la mayoría hay que lograr un consenso obediente. Por eso es conveniente no querer saber, la ignorancia, la falta de curiosidad y el desinterés en profundizar en las cosas, analizarlas, en definitiva tener pensamiento crítico  propio. No querer saber es no querer saber de las cosas ni sobre las consecuencias.

Vivimos tiempos de superficialidad y frivolidad. Los medios de comunicación, motivados fundamentalmente por la audiencia y la publicidad convierten la información en una mera crónica de sucesos sin análisis serio y riguroso de los hechos, con información sin importancia y emociones destinadas a ser consumida, digeridas, olvidadas, quedando el discurso intelectual serio y reflexivo  relegado a espacios de unos pocos.                                                       

El pensamiento crítico consiste en analizar y evaluar la consistencia de los razonamientos, en especial las afirmaciones que la sociedad acepta como verdaderas en el contexto de la vida cotidiana. Su objetivo es evitar las presiones sociales que llevan a la estandarización y al conformismo. Busca reconocer y evitar engaños a los que se es sometido en la cotidianidad.

Pensar críticamente es hacerse preguntas apropiadas, recopilar información relevante, revisar eficiente y creativamente dicha información y pensar lógicamente sobre ella para llegar a conclusiones fiables.

El pensamiento crítico habilita al individuo para hacerle responsable tanto consigo mismo como con la sociedad y no ser sólo un mero consumidor manipulado pasivo y obediente.

En este contexto social, el individuo está sometido a una constante paradoja y contradicción, por un lado se le presiona  hacia la necesidad del crecimiento personal y el desarrollo de la inteligencia emocional pero por otro lado, con la constante tendencia a la frivolidad, se evita y se está destruyendo  el pensamiento crítico . Se lleva al individuo a no parar, no profundizar, es decir, no tener pensamiento propio.

Nos encontramos así con un sujeto estresado, insatisfecho, infeliz, perdido y manipulado sin saberlo, corriendo sin cesar en la búsqueda de un estado de felicidad y satisfacción personal pero por un camino equivocado. Buscamos consumir experiencias, emociones, proyectos cuando solamente podremos estar satisfechos cuando dejemos de consumir y nos trabajemos, nos busquemos, nos miremos y veamos qué nos pasaque deseamos y por ello, y para ello, es fundamental dejar de tener miedo a pensar y podamos construir un pensamiento crítico propio.  Sin este pensamiento critico es imposible  un trabajo de desarrollo personal, y,  a la vez  sin hacer un trabajo personal es difícil tener pensamiento crítico, pero se plantea como cosas independientes parciales y recortadas .

Desde «pensart» pretendemos salir de la paradoja y trabajar estos dos aspectos que están  intrínsecamente unidos y que separados es imposible  conseguir, como es el desarrollo personal  y la búsqueda y el encuentro de un proyecto vital con un individuo  maduro emocional e intelectualmente.

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