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IKIGAI: LA RAZÓN DE SER

Qué a propósito en estos tiempos, echarle un vistazo a la cultura japonesa para encontrarnos palabras con un significado tan bonito como IKIGAI.

IKIGAI significa buscar un proyecto de vida, una razón de ser, ese motivo por el que nos levantamos cada día. Iki “vida” y gai “que merece la pena”.

Además dice un proverbio japonés que sólo si te mantienes activo, querrás vivir cien años. ¿Qué te parece este pensamiento?

Algunas personas ya saben cuál es su pasión, qué les mueve, hacia dónde quieren ir, el sentido de su vida, para otros, está por descubrir.

Esta motivación, este propósito de vida es un proceso abierto, activo, dinámico. Nuestros valores e intereses crecen y van evolucionando a lo largo del tiempo.

Por ejemplo, ahora que los adolescentes acaban de terminar las pruebas de acceso a la universidad, es uno de los momentos donde encontrar el ikigai apremia.

Muchos tienen claro qué quieren estudiar, a que quieren dedicarse en el futuro y nos les costará tomar esta “gran decisión”. Estarán eligiendo aquello que merece la pena. Otros, sin embargo, seguirán buscando su ikigai.

Y por supuesto, otras personas que están dando un giro profesional y/o personal a sus vidas andarán reajustando su ikigai. No hay edad para encontrar ni buscar eso que te llena en la vida.

Estas ganas de vivir niponas no están asociadas a la felicidad directamente. No olvidemos que Japón no está en los primeros puestos de los países más felices del mundo. Avancemos un poco más.

Es una concepción bajo mi punto de vista preciosa, para ayudarte en la búsqueda de tu felicidad “siendo” en comunión con el “haciendo”.

Aportando valor con lo que hacemos y contribuyendo a los demás también. Ya sabemos lo bien que nos sentimos cuando hacemos algo por otros.

Ese gol de Iniesta en los mundiales (sin esa celebración tanto de compañeros como de aficionados, ¿sería igual marcar?), ese ir al aeropuerto a recibirte cuando no te lo esperas (ese abrazo, esa mirada de agradecimiento, ¿no te llena de emoción?), ese libro que regalas y es justo el que quería la otra persona (¿no te deshaces con esa sonrisa?).

Hay muchos ejemplos. Conocemos bien esta sensación, ¿verdad?

Si conseguimos reconocer cuál es nuestro proyecto de vida, dejaremos de ir saltando de rama en rama (como los pensamientos), disfrutando de lo que hacemos y utilizando las habilidades en las que destacamos.

Es más bien un conocer en qué eres bueno, como disfrutas haciendo esta actividad y fundamental, como puedes contribuir a la humanidad con ello. El ikigai no se sostiene si no hay aportación al resto del mundo.

Mindfulness e ikigai son un buen maridaje. El ikigai es ese sentido de vida, esa razón de ser, eso que te hace levantarte por la mañana, cuando vamos en piloto automático, a mil por hora, nos perdemos lo que el momento presente puede ofrecernos. Nos perdemos ese propósito de vida.

Ahora que nos hemos visto obligados a parar, a un encerramiento involuntario, ha sido y es un buen momento para revisar nuestro ikigai. Puede que se quede como está o puede que te lleve a reflexionar qué cambios podrías hacer para sentirte en plenitud.

Para ello, sólo si no lo tienes claro, podemos retroceder en el tiempo y conectar con aquello en lo que eras bueno, porque sí, todos y todas, somos buenas y buenos en algo.

Puede ser el dibujo, el deporte, el baile, los inventos, la escritura… A veces, estas skills, estas habilidades, se desarrollan, otras muchas, como bien sabéis, las maquillamos y ocultamos asomándose en periodos de dificultad.

Buscar el ikigai es la puerta de entrada para pensar cuál es nuestro papel en la vida. Te ayudará a crecer como persona, a tener mayor autoestima, a sentirte mejor contigo y con los demás.

Con el fin de ir sabiendo cuál es nuestro ikigai, si no lo sabemos ya, nos podemos hacer varias preguntas.

Preguntas para conocer cuál es nuestro IKIGAI:

  • -¿Qué cosas te gustaban cuando eras peque? Los juegos, ayudar a tus amigos, cuidar de tus hermanos, puzles… Así sabrás si te decantas hacia lo científico, lo intelectual, lo social…
  • -¿Qué no te resulta complicado? Organizar las fiestas familiares, ordenar los papeles, ponerte en el lugar del otro…
  • -Cuando dices, “se me ha pasado el tiempo volando”, ¿en qué actividad estabas? ¿Dibujando zentangle? ¿Escribiendo? ¿Aprendiendo un idioma? ¿Cantando?
  • -¿Cuál es tu elemento? Quizá estar en una biblioteca rodeado de libros o puede que una guardería con muchos niños.

El ikigai nos puede plantear un cambio de vida sustancial por lo que sería bueno tener un plan de contingencia. Si te has dado cuenta en la senectud que eres muy buena dando clases y eres contable, ponte metas que puedas alcanzar.  Quizá al principio, puedes comenzar con clases particulares para luego saltar a poner tu propia academia.

Algunas de las recomendaciones para que la búsqueda sea más sencilla:

  • Gratitud. Siempre estamos dándole vueltas a lo que no tenemos, a que nos falta. Vamos a agradecer lo que SÍ tenemos.
  • Haz ejercicio. Hay miles de estudios que avalan la necesidad de movernos y estar activos con el fin de encontrarnos bien. Ya sabes, a segregar hormonas de la felicidad.
  • Sal a disfrutar de la naturaleza. Tenemos un planeta increíblemente hermoso. Aprende a conectar con los árboles, ríos, montañas…
  • No comas hasta no poder más. Salir rodando de cada comida añade calorías innecesarias difíciles de gestionar. Cuida a tu cuerpo sin sobrecargarlo.
  • Sonreír. Nuestro cerebro es sensible a la postura y a la sonrisa. Si no tienes un buen día pero sonríes, interpretará que estás bien. Si lo haces con los demás, la mayoría, responderá con una sonrisa.
  • Rodéate de buena gente. Amigos, familiares, compañeros… Hay mucha gente maravillosa, sal a buscarla.
  • Práctica mindfulness, yoga… Intenta vivir más presente, con más calma.
  • Ábrete a nuevos idiomas, aprendizajes, reflexiones, cursos. Mantener la mente activa ayuda a la neurogénesis. Ser curioso hasta el final es una forma de plenitud.
  • Aprende a aceptar. Cuantos conflictos nos evitaríamos si dejáramos de intentar cambiar lo que no podemos cambiar. Si aceptamos, nos liberamos. No nos tiene que gustar la realidad pero si no la podemos cambiar, ¿qué nos aporta seguir quejándonos de ella?
  • Encuentra la dicha y la alegría en lo cotidiano, en lo común, en lo frecuente sin husmear continuamente a ver qué experiencia nueva y excitante hay para hoy.

Si encuentras lo que amas, lo que puedes aportar al mundo, tu vocación (que se te da bien) y además te pagan por ello, bienvenido al IKIGAI.

¡Feliz viaje!

-Miralles, F. (2017). El método Ikigai. Aguilar. España.

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3 comentarios en «IKIGAI: LA RAZÓN DE SER»

    1. ¡Hola Ali! Para y observa en qué se te pasa el tiempo volando, qué te atrae y te gusta. ¿Escribir, plantar un huerto, dar clases de salsa…? Esto no significa que puedas vivir de ello pero sí de conectar con el gozo de hacer algo que nutre tu alma. Gracias por tu comentario. ¡¡Seguimos buscando el IKIGAI!! 🙂

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