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HOMBRE Y MASCULINIDAD.

Aproximación a la identidad masculinidad desde una mirada de género

Género y masculinidad

Crecemos como hombres y mujeres dentro de una sociedad y una cultura en la que vamos adquiriendo los conocimientos, los valores, roles o modelos que configuran nuestra manera de ser, pensar y de actuar.

Desde que nacemos vamos recibiendo mensajes sobre lo que se espera de nosotros, lo que significa ser  hombre. Se trasmiten en forma de expectativas, modelos y conforman nuestra identidad. Son mensajes formativos de género.

Niñas y varones, al ingresar desde su nacimiento a la cultura, encuentran que ésta ya tiene construidos los modelos, las prescripciones y prohibiciones que irán conformando al yo y a sus ideales.


El mecanismo de la identificación nos permite reconocernos como iguales a aquellos del mismo género. Junto con el saber sobre el género, se incorporan las normas y reglas que prescriben lo que es “natural”, propio de las niñas y las mujeres, y de los niños y hombres, y al mismo tiempo lo que nos diferencia del otro género, también incorporando normas y reglas.

Cada hombre tiene su propia percepción y vivencia particular de lo que significa “ser hombre”. Cada uno vive ese “deber ser hombre “de manera distinta de acuerdo a sus otras condiciones de vida determinada por sus experiencias tempranas, la clase, raza, etnia, edad, preferencia sexual, época histórica, etc.

Soportes culturales identidad masculina

Aunque hay muchas formas de ser hombre, algunas son psicológica, social y culturalmente más valoradas que otras y los hombres se sienten presionados a consolidarse en función de esas exigencias propias de lo que se considera socialmente “ser hombre”.

Ser hombre implica un trabajo, un esfuerzo de ser fuerte y duro. A los hombres se les exigen permanentemente pruebas de su virilidad y presiones de masculinidad: “demuestra que eres un hombre”.

La identidad de género y el significado de la masculinidad son definidos más  en términos de lo que no se debe ser, recibe mensajes explícitos e implícitos sobre la forma en que deben pensar, sentir y actuar como “hombres, afectan la forma cómo el niño se relaciona consigo mismo y con los demás. A partir de sus palabras y sus gestos, de sus acciones y, sobre todo, de sus omisiones, el niño asimila la complementación de lo femenino y lo masculino en un sistema de afirmaciones y negaciones que irán “masculinizando” su subjetividad.

 El niño a lo largo de su desarrollo y, en especial, en las relaciones con sus pares, para hacer valer su identidad masculina deberá convencerse y convencer a los demás de tres cosas: que no es una mujer, que no es un bebé y que no es homosexual. Estos son los primeros mandatos que se adquieren de la masculinidad hegemónica.

Branon & David (1976), citados por Bonino (2000), enunciaron  imperativos psicológicos que definen la masculinidad occidental que aun hoy lo siguen reflejando de una forma valida, Su grado de exigencia se debe de entender desde la lógica del todo o nada masculina, para la cual el no cumplimiento del ideal que propone una creencia arrastra inevitablemente a su extremo opuesto, el negativo del ideal propuesto por dicha creencia, sin matizaciones:

• NO TENER NADA DE MUJER .ser varón supone no tener ninguna de las características que la cultura atribuye a las mujeres. Características no valoradas: ser para otros, pasividad, vulnerabilidad, emocionalidad, cuidado hacia los otros, debilidad. Lo deseado/temido aquí es el opuesto.

• SER IMPORTANTE. . Ser varón se sostiene en el poder y la potencia y se mide por el éxito, la competitividad, el status, la capacidad de ser proveedor, la propiedad de la razón y la admiración producida a los demás. Un varón debe estar a la altura, debe ser fuerte y saber lo que quiere…. son imperativos derivados de esta mandato. Se juega aquí en lo deseado/temido las oposiciones potente/impotente, exitoso/fracasado, dominante/dominado  admirado/despreciado.

• SER UN HOMBRE DURO: La capacidad de sentirse calmado e impasible,  resistente y autosuficiente ocultando(se) sus emociones: los hombres no lloran, no necesitan de nadie, resistir hasta el final son los mandatos que se dictan. Los opuestos deseados/temidos serian fuerte/débil, duro/blando.

• LA AGRESIVIDAD Y LA AUDACIA: Expresados a través de la fuerza, el coraje, el enfrentarse a riesgos sin temor, la habilidad para protegerse, el hacer lo que le venga en gana y el utilizar la violencia como modo de resolver conflictos. Los opuestos deseados/temidos aquí son valiente/cobarde y fuerte (agresivo)/débil,

-Desde este normativa tener una representación de si como varón es el resultado de la construcción de una subjetividad con un yo muy centrado  en los logros, con exigencias de perfección elevadas y grandiosas, y con ideales centrados en el  aucontrol

Esto interiorizado como mandato de ser y de debe ser, por su elevada exigencia se presente como incumplible pero a la vez su incumplimiento/transgresión provoca angustias muchas veces insoportables derivadas de la autocrítica dura de desvalorización.

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