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¡HOLA GUAPA! ¿QUÉ TE PONGO?

Probablemente no fue el mejor comienzo para empezar la conversación, ¿verdad?

-¡Hola guapa!¿Qué te pongo?

-Ponme cuarto y mitad de empatía por favor.

-Tres kilos de respeto.

-Y 200 grs de tolerancia, que ya veo que no te queda más.

Por lo tanto, entra en la cámara y mira si te quedan alitas.

Ciertamente, aquí, no las veo.

-¿Alitas? Me pregunta sorprendido.

-Sí, por favor, para salir volando.

Parte de este diálogo lo he tenido esta semana en la pollería, con el pollero.

Estimulante cuanto menos.

Que si micromachismos, que si feminismo, que si feminazis, que si igualdad y algunos y también algunas, ahora os cuento, que no se enteran de qué va la película.

Y eso que la han visto muchas veces, pero muchas, muchísimas.

Hartita pero hartita del todo.

Salí una vez más espantada. La compra, casi siempre, la hace mi compañero de vida pero desafiante y provocadora, me enfundé mis vaqueros, las gafas y la súper mascarilla para adentrarme en el mundo del pollo.

Y claro, no ha cambiado nada. La pandemia acentúa, expande pero no corrige la estupidez.

Ni el machismo.

Con mi peor mirada, pagué y me fui.

Eso sí, en la farmacia repetí diálogo motivador. A lo Mr. Wonderful.

-¡Buenos días!

-¡Hola guapa! ¿Qué te pongo?

Y esto, me lo dijo, una mujer. Ni sororidad ni leches. Una mujer poniéndome el nombre de guapa cuando además sabe cómo me llamo. Me adelanto, esto vino después.

Salió de mi útero un “¿perdona?” A lo Belén Esteban. De mi vena poligonera o no, de nomelopuedocreer o de inocente y sorprendida a más no poder.

-Sí Yolanda, ¿qué quieres?

Aquí ya me personó. Vaya, un alivio. El caso era ponerme. Será que el calor me ha anestesiado la libido y mis lecturas no son las correctas.

Con mi ceja izquierda subida hacia el infinito y más allá, contesto.

-Una caja de botellitas de suero por favor.

-Toma guapa, ¿todos bien?

-Sí bonita, todos bien, ¿vosotros?

-Nosotros también.

De esta guisa le contesté.

Pago, agradezco y me voy.

¿Guapa, bonita? ¿Estamos locos? ¿Locas? ¿Loques?

¿Por qué usamos estas frases?

Experimenté con mi marido. Fuimos juntos a comprar. No había nadie. Suertuda que es una para constatar lo que ya sé.

A él le conocen. Sin embargo, el mega pollero me miró desafiante y provocador para soltarme un:

-¡Hola guapa! ¿Qué te pongo?

Inclinó la cabeza para saludar a mi macho alfa.

-Media docena de sentido común por favor.

-No, no me queda.

-Entonces ponme, unos filetes de igualdad para hacer en salsa.

-¿De igualdad?

-Sí, por favor, es la parte más jugosa del pollo.

-Ah, no sabía.

Queridos machos y queridas hembras, seguro que vuestras intenciones son más que loables, pero a mí, como a mi señor marido, un buenos días o una inclinación de cabeza pero nada de guapa, si hacen el favor.

La semana que viene vendré a recoger el pedido:

-Cuarto y mitad de igualdad.

-Medio kilo de simetría.

-Un kilo de tolerancia.

-Un pollo entero troceado de respeto.

-Una docena de sintonía.

-Y por último, déjate el machismo y me lo envuelves al vacío.

Pues eso, guapas, guapos, guapes, que no hace falta perpetuar las tontás, ni que me halagues ni me refuerces, que para eso, ya me tengo a mí.

¡Feliz reflexión y estupenda reconversión!

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6 comentarios en «¡HOLA GUAPA! ¿QUÉ TE PONGO?»

  1. A mí, no me dicen «hola, guapo» primero, porque no lo soy, y segundo, porque en un vendedor queda muy gay y en una vendedora, muy buscón. Pero sí me regalan un «hola, joven», a pesar de mis canas y que voy cuesta abajo y sin frenos hacia los 60. Y yo, encantado… Es lo que tienen los tenderos: siempre tratan de agradar. Pero se está poniendo la cosa que cuanta menos conversación, mejor. Si acaso, la tradicional alusión al tiempo que hace, y en paz. Que luego por un ‘quítame allá ese saludo’ hasta te pueden denunciar por acosador. Señor, señor… ¡llévame pronto…!

    1. ¡Hola Paco! La idea era reflexionar sobre cómo el lenguaje puede ser ese regalo, ese acoso, ese «no hace falta», esa distinción por género que en mi opinión está trasnochada. No hay ninguna intención de polarización ni de denunciar por acosador o acosadora a nadie por un saludo tan interiorizado en nuestra sociedad. Si has leído el artículo entero también hay un ejemplo de una mujer al que yo contesté en su misma línea.
      Me sigue sorprendiendo que incluso yendo con mi marido a comprar a mí me digan «¡Hola guapa!» y a él no, sin más.
      Todos intentamos agradar. No es un campo exclusivo del comercio. Ser amable y educado no implica que me llamen joven ni bonita ni guapa pero tampoco guapo ni bonito y por supuesto, independientemente del físico. Agradezco tu comentario y espero que te sigan regalando muchos «¡Hola joven!» ya que te gustan.
      Yo, sí puedo elegir, a día de hoy, prefiero un ¡Hola! del pollero y del resto de comercio, hostelería…, ya que bajo mi punto de vista no aporta absolutamente nada el apellido «guapa» sólo por el hecho de ser mujer, este es el punto.
      Y no, Señor, Señor, no te lleves pronto a nadie que lee nuestros artículos, reflexiona y comparte un comentario en PensarT por favor. :))

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