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EL TRANSITAR DE LAS EMOCIONES

Las olas de las emociones

¿QUÉ HACER CUANDO NO SÉ QUE HACER Y ME AHOGO EN UN MAR DE EMOCIONES?

La vida nos enfrenta constantemente a estímulos que nos hacen reaccionar emocional y afectivamente. Unas veces de manera agradable y otras con sentimientos no tan agradables e incluso dolorosos.

Cuando la realidad nos coloca en una situación impactante en la que nos inundan las emociones como si de una tormenta se tratase, es frecuente quedarse atrapado e impotente. No sabemos qué hacer y nos queremos escapar de las emociones intensas que habitan como olas descontroladas dentro de nosotros, pero que, al igual que en una tormenta, nos vuelven a arrasar una y otra vez.

¿Qué podemos hacer? ¿Cómo navegar en esas olas? Algunos plantean que hay que hacer surf, es decir, navegar por encima de estas ellas. Pero no siempre sabemos, podemos e, incluso a veces, no queremos.

Retorna una y otra vez la misma pregunta ¿qué puedo hacer? ¿Cómo puedo navegar en esta tormenta sin hundirme?

GESTIÓN DE LAS EMOCIONES

La gestión de emociones (porque de eso se trata) no es fácil. No sólo porque sujetar dentro de nosotros una tormenta emocional no es tarea simple, sino también porque según sea el mar en donde se desarrolle la tormenta, las olas van a ser diferentes y, por tanto, la forma de navegar cambia. Con las tormentas emocionales pasa lo mismo, aunque las emociones son siempre las mismas, los sentimientos cambian.

Cuando hablamos de gestión de emociones nos referimos a que hacemos con ellas cuando las sentimos. Si las calmamos, las fomentamos dejándonos arrastrar por ellas, si las negamos o nos intentamos escapar, si buscamos cómo resolverlas…Es decir, que estrategias usamos.

Muchas veces no somos conscientes de estas estrategias por lo que no podemos intervenir para elegir las más adecuadas para afrontar las emociones que nos habitan en ese momento.

¿QUÉ HACER¿? ESTRATEGIAS DE AFRONTAMIENTO

PARAR

Lo primero es PARARSE, e intentar tomar el mando. En medio de la tormenta no oímos a nuestro capitán interno (aquél que nos guía, calma y ayuda a resolver y tomar decisiones) porque estamos asustados y “sordos” por el ruido de las olas.

Pararse, calmar y dejar que nuestro capitán nos hable, es importante para dejar de ser arrastrados una y otra vez por estas olas de afectos que nos inundan.

Este paso no siempre resulta fácil, sobre todo si hablamos, cómo en este caso, de emociones muy intensas y arrasadoras. Pero no hay que rendirse, poco a poco conseguiremos oír a nuestro capitán interno y dejaremos que tome el rumbo, saliendo así del pánico.

En esta etapa a veces es necesario hacer uso de  herramientas que nos ayuden a calmar, tanto de tipo farmacológico y/o terapéutico si hiciera falta, cómo de apoyo y contención de personas cercanas a nosotros que nos ayuden a apaciguarnos y a contenernos.

IDENTIFICAR

Una vez más calmados, es necesario reconocer las emociones básicas que nos inundan. No es extraño reconocer varias emociones a la vez que se interrelacionan y potencian unas a otras. Rabia,  culpa, angustia, dolor y miedo suelen estar casi siempre presentes.

Es importante identificarlas porque, a veces, los mecanismos que activamos para hacerlas frente  quedan bloqueados y anulados por efecto de esta rueda de interrelaciones que se dan.

Valga como ejemplo cuando, para calmar un sentimiento fuerte de dolor por la pérdida de una persona querida, nos sentimos culpables pensando que no la queríamos suficiente porque nos reímos, siendo, en este caso, la risa un mecanismo psíquico de defensa ante la fuerza del dolor que sentimos.

REGULAR

Una vez identificadas las emociones, hay que intentar frenarlas. Ya hablamos en otros artículos del blog  sobre las diferentes formas que podemos adoptar ante las mismas. Podemos negarlas (pero van a volver una y otra vez, eso sí, disfrazadas de otra cosa), fomentarlas dejándonos llevar y arrastrar por ellas, o calmarlas, bajando la intensidad para dejar que nuestro capitán interno se haga oír y nos ayude a sentirnos mejor.

Este proceso se hace desde un diálogo con uno mismo, como cuándo calmamos a un niño haciéndole sentir seguro, acompañado y entendido.

Una vez identificadas nuestras emociones ya sabemos que estamos tristes o asustados, o enfadados. Seguimos con nuestro diálogo interno para escuchar lo que pensamos de lo que sentimos. Si me siento culpable si me calmo, si estoy enfadado porque estoy asustado o si estoy angustiado porque no sé qué hacer.

Es en este espacio de escucha y encuentro con nosotros donde podemos profundizar más y entender mejor por qué sentimos lo que sentimos. Desde este entendimiento es desde donde podemos buscar e implantar recursos y alternativas para sentirnos mejor.

Se necesita disminuir la intensidad de la tormenta para poder transitar nuestras emociones sin ahogarnos en ellas. Sentiremos la tristeza, el dolor si es lo adecuado o el miedo si se corresponde con lo que nos está aconteciendo. Lo haremos desde el transitar tranquilo de las emociones para poder elaborarlas y resolver lo que las ha activado.

Es normal sentir tristeza y dolor por la pérdida de un ser querido, cómo lo es estar asustado si estoy en una situación de cierto peligro como puede ser, por ejemplo, la espera de un diagnóstico que no me gusta. Y debemos sentir rabia ante una situación de injusticia. Pero ya no estarán acompañadas de la angustia, terror e intensidad de las olas tormentosas que  nos paralizaban.

En este transitar tranquilo, que no exento de emociones, se irán apaciguando y elaborando las emociones activadas y en el entender de los pensamientos y sentimientos que las acompañan nos encontraremos más preparados para poder buscar y encontrar la manera de sentirnos mejor

SINTESIS

  1. Parar, calmar, entender que me pasa y que necesito calma para afrontar y no entrar más en angustia. A este propósito ayuda el entender el proceso y saber los pasos.

A veces es necesario ayuda si las emociones son muy intensas.

  • Más calmados, identificar las emociones básicas que se han activado. Frecuentemente aparecen: rabia, culpa, angustia, dolor/tristeza.
  • Calmar las emociones identificadas para apaciguar  e intervenir mejor. Cada emoción tiene unos argumentos diferentes. No es lo mismo calmar la rabia que el miedo o la culpa. Es importante que creamos en los argumentos utilizados para calmarnos. Por eso debemos preguntarnos sobre los pensamientos y fantasmas que acompañan a estos sentimientos para poder desarticularlos mejor.
  • Transitar por las emociones adecuadas y necesarias del proceso en el que estamos sumergidos pero sin los fantasmas terroríficos que nos acompañaban. Sensaciones más parecidas a olas pequeñas que nos permiten navegarlas y atravesarlas.

Siguiendo con la metáfora de las tormentas y el mar, podemos y debemos aprender a salir de estas tormentas que a veces nos asolan para no dejarnos arrastrar por ellas. Transitar por olas emocionales menos intensas nos ayudará a desarrollarnos y disfrutar de la travesía que representa la vida.

En futuros artículos continuaremos compartiendo con vosotros el tema de la gestión de emociones.

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