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¡¡EL GRINCH CONTAGIADO POR CORONAVIRUS!!

Grinch

NAVIDADES DIFERENTES: UNA OPORTUNIDAD PARA CONECTAR CONTIGO

Vaya disgusto me he cogido esta mañana cuando me he enterado que el Grinch ha estado unos días ingresado por el puñetero coronavirus.

En mi mente no cabía que a este personaje le pudieran afectar los virus. Y sí, la lectura es que serán unas Navidades diferentes, unas Navidades que son una oportunidad para conectar contigo.

Pero igual ya estás empachado de conectar contigo. Personalmente, entre el teletrabajo y la regulación emocional, tengo una indigestión de Yolanda que “pa qué”.

Yo estoy harta de estar conectada. Me apetecía estar en modo Grinch hasta Reyes, a mis anchas, sin atender compromisos ni organizar cenas ni comidas.

No quiero sentirme culpable por no gustarme esa parte de la Navidad y ese bombardeo incesante desde muchos días antes para consumir, gastar, comprar, preparar, comer y beber como si no hubiera un mañana…

¡¡Si los turrones y polvorones ya aparecen en Octubre!!

Esto no se hace Grinch, así no eh, así no. ¡¡Qué hartita!! Ya no se puede contar ni con este personaje, jo.

Poder declinar eventos que no apetecen sin estrés y especialmente sin culpa. ¡¡Este es el año de las Navidades diferentes!! ¡¡A por ellas!!

Es un año para desertar de todo aquello que te cause malestar, preocupación o que sencillamente no te apetezca.

La Covid-19 tenía que traer algo bueno y es poder decir NO a un plan sin sentir que eres de una especie peculiar, es una maravilla.

Autocuidarte y cuidar a los tuyos como ya hemos aprendido a lo largo del año porque nos hemos aplicado en mantener distancia física, no olvidarnos la mascarilla, a renunciar

Es posible que incluso este año no llore con el anuncio de la lotería.

Y es que la Navidad siempre implica dedicar mucha energía.

Organizar, planificar, pensar regalos, encargarlos, guardarlos para que no los vean los peques y los no tan peques… ¿Te has parado a pensar en este desgaste?

La alegría desbordante y vomitiva alrededor a todas horas. Los villancicos cansinos una y otra vez. Y ya no pondrán ni “¡Qué bello es vivir!”, como si lo viera.

El vecino que te dice de repente ¡¡Felices Fiestas Yolanda!! El resto del año, me esquiva en el ascensor y ni idea de su nombre.

O como me decía una paciente hace unos días. “No me libro del discurso insoportable sobre la caída de ventas, los recortes y sigo teletrabajando con mi portátil”. Y este año por Zoom. Ni comida ni cena ni cesta pero la charla, obligatoria.

Al menos podrá ponerse el pantalón del pijama y quitar la cámara un ratito…

Esa obligatoriedad de consumir una serie de comidas que te pueden gustar o no y que además es posible que no puedas ni permitírtelas.

Un día es un día”. Ya, por supuesto pero verás la leche de Enero cuando venga la Visa.

Como si pasara algo por cenar macarrones o lentejas con entrantes a base de mortadela.

Todo tan estereotipado, tan como los demás, tan tradicional, tan de aparentar, tan guay, tan happy.

Tengo que hablar con el Grinch. Es mi personaje de referencia durante las Navidades y estas le necesito especialmente por muy distintas que sean.

Incluso aunque haya pasado el coronavirus seguro que estará ya dispuesto a gruñir en verde.

Su historia me gusta mucho y durante unos días al año ser su representante me llena de gozo y satisfacción.

Dadme un minuto que voy a intentar localizarle. Los delegados y delegadas del Grinch tenemos línea directa. Espero que responda a mi llamada.

Para lo que me ha dicho, mejor que no hubiera contestado. Y encima me dice que prefiere videollamada, que es más cercano.

No me lo puedo creer. El coronavirus se ha llevado por delante sus planes de robar y deshacerse de todos los juguetes de Villaquién, lugar dónde vive.

Está contento, tranquilo, feliz en una palabra.

Me ha dicho que tiene varios libros para leer, que va a hacer rutas de senderismo con un par de vecinos…, planes.

¿¿¿Planes??? ¿¿¿El Grinch??? Además de robar los regalos de Navidad, estar de muy mala leche y ser un gruñón, ¿qué planes va a tener?

Me mata.

Con lo que me gusta ser su agente, decir abiertamente que no me gusta la Navidad, protestar, hablar de la imposición de estar sobre alegre, del consumismo, de los excesos, de tantas luces y gente por todos los sitios.

Porque somos muchos y muchas para un centro tan pequeño… Y el virus protagonista de conversaciones y momentos, ahí está, esperándonos. No respeta ni las Navidades.

Encima, Max, su perro, se ha ido a pasar unos días con Cindy Lou (la niña que investigó su pasado para entender por qué el Grinch estaba tan malhumorado y gruñón) y que se siente muuuuyyy risueño estas Navidades.

No entiendo nada.

Max se fue cuando empezó con los primeros síntomas para protegerle, ya sabéis lo importante que es para él.

También sabe que este jodío bicho se ha llevado, se está llevando y se llevará vidas, proyectos, conciertos, trabajos, viajes pero también es consciente que nos robó los besos, los abrazos, las celebraciones y nos trajo miedos de todos los colores, incertidumbre para llenar una nave, tristeza y enfado en cantidades industriales.

Y Grinch, después de pasar la enfermedad, ha recuperado el olfato, está más descansado, se siente mejor pero no se ha dado cuenta de que neurológicamente le ha afectado.

Ya no es un cascarrabias con un corazón “dos tallas menor” sino que las secuelas visibles de la Covid-19 han sido que se ha impregnado del espíritu navideño y su corazón ahora es “tres veces más grande”.

Si hasta ha puesto ya el árbol cuando aún no lo he sacado yo de la caja.

¡Qué conversación tan difícil! El Grinch puesto hasta las trancas de espíritu navideño.

No me lo puedo creer.

El coronavirus lo ha vuelto todo del revés. Nos ha puesto contra las cuerdas, ha hecho que nos readaptemos a nuevas formas de relacionarnos con nosotrxs y con los demás.

Incluso el Grinch ha dejado de ser lo que era y me ha dejado huérfana. Jo, jo y requetejo.

¿Serán tan diferentes estas Navidades cómo para poder conectar contigo y hacer aquello que siempre has querido?

Fuera estrés. Utilizando la tecnología para estar unidos a los nuestros, transitando por las emociones que se presenten y siendo objetivos con la parte más desagradable de estas fiestas.

Porque hay una sobreexigencia para estar alegres, para evitar posibles conflictos familiares o buscar el regalo agotado desde Noviembre porque lo pide nuestro hijo o tu nieta.

Las colas en Doña Manolita para comprar lotería… ¿¿??

Una vez que haya procesado que no puedo contar con mi verde y amoroso personaje, voy a intentar pasar las Navidades más tranquilas,  con mejor espíritu y más cuidado posible.

Y es que el Grinch, al igual que el coronavirus, me ha dejado desamparada pero con una ventana abierta a desenchufarme para volver a conectar que por muy empachada que esté, siempre es un gusto reencontrarme conmigo.

Brindemos con Maroon 5 por los que están aquí hoy y brindemos por lo que perdimos por el camino porque las bebidas traen de vuelta todos los recuerdos.

¡¡Feliz Navidad!!

BIBLIOGRAFÍA

-Dr. Seuss. (2015). ¡Cómo el Grinch robó la Navidad! Barcelona: Penguim Random House

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