Me vacío,
Y el hueco que queda
Me inquieta
Me alejo, lo niego
El desasosiego me inunda
Y me vuelvo a alejar
Lo vuelvo a negar…
Otra vez aparece
Y doy vueltas
En una rueda interminable
En mi interior
Revolotean
Burbujas de inquietud
Y no sé qué hacer…
¿Cómo me voy de mí?
La vida nos lleva a tener que elaborar pérdidas de todo tipo. Grandes, pequeñas Intensas, leves, de objetos, de personas, de situaciones, de nosotros mismos.
En el proceso de elaboración de estos duelos es frecuente encontrarnos con malestar, desasosegados, inquietos y con una sensación interna de vacío que nos lleva a querer irnos de nosotros mismos en un intento de alejarnos de ella. Suele ser en vano porque, como si de un visitante asiduo se tratara, retorna constantemente.
Nos volvemos a rebelar entrando en una rueda frenética de actividad que nos impide parar, o, por el contrario, nos atrapa inundándonos de apatía y malestar.
¿Cómo puedo irme de mí? No se puede. Al igual que el chicle cuando se pega, se estira pero no se rompe, a “nosotros nos pasa igual con nosotros”. Por más que nos alejemos el hilo no se rompe, y si lo hace, malo, pues entonces se rompe el vínculo con nosotros mismos y nos encontraremos perdidos para siempre.
¿Qué hacer? ¿Cómo hacer? Al contrario de lo que nos pide el impulso (fuerza interna que nos empuja a hacer algo más allá de la razón) nos debemos quedar para iniciar un diálogo con nosotros mismos para saber y así poder calmarnos.
“El Sexto Sentido”, de Bruce Willis puede servirnos de ayuda como metáfora para entender qué hacer.
En esta película el psicólogo acompaña al niño en su miedo a los fantasmas que ve y le persiguen, para que pueda pararse y escuche lo que necesitan decirle . Al hacerlo deja de tenerles miedo al ver que no le quieren hacer daño, sino sólo hablarle para que les ayude.
Debemos hablar y acompañarnos en este proceso para dejar de huir de nuestros miedos y escuchar nuestros fantasmas que sólo quieren decirnos que necesitan.
En ese decir sabremos de nuestro dolor, de nuestro miedo, de nuestra angustia y de nuestro no saber qué hacer también. Pero al igual que el psicólogo en “El Sexto Sentido” ayuda al niño a encontrar la manera de hacer, así haremos con nosotros, calmándonos y acompañándonos en el transitar de nuestras emociones para darles sentido y lugar, porque el “saber que me pasa” es el primer paso para saber cómo hacer para resolver.
El hacer frenético para escapar se resignifica en el hacer para resolver. Deja de ser caótico, impulsivo, para convertirse en estrategia usando herramientas apropiadas.
La creatividad, la meditación, la atención consciente, la comunicación e incluso un proceso terapéutico si fuese necesario, son herramientas importantes que nos pueden ayudar en nuestro objetivo: Resolver.
De estas herramientas nos ocuparemos en diferentes artículos que iremos compartiendo con vosotros.
Muchas gracias por este blog. Me parece muy interesante cambiar el impulso en una estrategia para resolver. Esa energía se puede utilizar mejor. Lo difícil es cómo hacerlo, desde la razón?. El artículo nos da la clave: desde la creatividad, la meditación, la atención consciente, la comunicación. Excelente.
Gracias Isabel por tu comentario. Efectivamente, en todo proceso de cambio la razón tendría la función de entender la dinámica de nuestras emociones para poder elaborar el mapa y el trayecto a seguir, pero la energía y la fuerza están sobre todo en el deseo. La atención consciente, la meditación, la creatividad y la comunicación son las herramientas necesarias para poder conseguirlo.
Tenemos en mente continuar abordando estos temas en el blog.
Te reitero las gracias por compartir con nosotros tus reflexiones, y te animamos a que continúes haciéndolo.