Saltar al contenido

CAMINO AL INTERIOR. EL SILENCIO QUE CONQUISTA TU VOZ.

cartas a mi yo

CARTAS A MI YO, EN BUSCA DE MI.

Vivimos en una sociedad paradójica. Por un lado nos insta a la necesidad de encontrarnos con nosotros mismos para poder ser felices, pero, por otro lado, los ruidos, los estímulos son tan abundantes e intensos que nos alejan de ello y hacen que no podamos, o no sepamos, iniciar el camino a nuestro interior.

Para  poder iniciar este “Viaje a nuestro interior”, tenemos que encontrar el silencio que nos aísle de los ruidos y estímulos externos y poder  centrarnos en nosotros y así encontrarnos con nuestra voz, voz que necesitamos oír para que nos pueda ayudar a conocer nuestros deseos, nuestros miedos.

En este post queremos acercarnos a la escritura como una de las diferentes herramientas de conocimiento y desarrollo personal que nos puede ayudar a iniciar ese viaje hacia nosotros mismos, a encontrar ese silencio que nos ayude a conquistar nuestra voz.


El concepto de escritura terapéutica  fue introducido por primera vez  por el psicólogo neoyorkino Ira Progoff, discípulo de Carl Jung, que en  1960 creó el «Método Intensivo Diario», un sistema de auto-exploración y expresión mediante la escritura continuada y regular en un diario. Desde entonces muchos psicólogos han ido utilizando la escritura para ayudarse en las sesiones de terapia, sobre todo proponiendo a sus pacientes que en casa realicen ciertas reflexiones por escrito.

Posteriormente se ha ido confirmando científicamente los beneficios directos que la escritura produce en la salud.

Cuando escribimos nos regalamos un espacio y tiempo para posibilitar la introspección y nos ayuda a reorganizar nuestros pensamientos. Conectamos  con el silencio, la reflexión y la meditación, tanto con problemas concretos como en aspectos más generales.

La escritura nos ayuda no solo descargar lo que tenemos dentro, sino también pone en orden las ideas, nos ayuda a objetivarlas poniéndolas fuera de nosotros y, por tanto, facilita el poder identificar todo aquello que nos genera bienestar o malestar. Al ser un ejercicio de reflexión, un espacio de autoexploración, un encuentro consigo mismo, nos sirve como  herramienta  para el crecimiento personal, ya que nos permite conocernos y entendernos mejor.

La escritura terapéutica nos ayuda a entender cómo somos  y cómo funcionamos. El conocernos y entendernos mejor es fundamental  para aceptar y resolver los conflictos y situaciones en los que la vida nos coloca pudiendo así cambiar y encontrar alternativas saludables

A través de la narración vamos dotando a nuestra propia experiencia de nuevos significados. Los beneficios de la escritura derivan siempre del carácter reflexivo de la misma. Preguntarnos, respondernos, volvernos a preguntar. Nos distanciamos, observamos, reflexionamos, concluimos y nos volvemos a preguntar y así vamos conformando nuestro mundo, incluido el papel que  jugamos en él. Al ayudarnos a reorganizar nuestros pensamientos, a estar presentes en nosotros mismos, concentrados en nuestro interior y al tener la mente enfocada en nosotros tenemos más consciencia de lo que nos pasa, ayudandonos a descubrir cosas de nosotros que no vemos en nuestro día a día  facilitando así  la identificación de nuestras emociones.

La escritura terapéutica no es un procedimiento peligroso en sí, pero al conectar con nosotros mismos y con ideas o vivencias que podemos estar reprimiendo, si no tenemos cuidado, podemos llegar a desbordarnos emocionalmente y necesitar un tiempo de recuperación y en estos casos necesitaremos la ayuda y guía de un  especialista.

Aunque  parece que el mero hecho de sentarnos a escribir ya va a ayudarnos a estar mejor, Esto no siempre es así, pese a que algunos autores es lo que recomiendan. En función de lo que queramos trabajar será aconsejable una forma de escritura u otra. Os proponemos un ejercicio que puede ayudarnos en nuestro viaje interior,

Consigna: escribirnos una carta a mano a nosotros mismos.

Redactar una carta a mano supone un momento íntimo sin interrupciones que nos facilita el entender y digerir nuestros pensamientos y emociones. Escribir una carta puede ser una excelente forma de ponernos en contacto con nosotros mismo y nos permite sacar a la luz todos los pensamientos y sentimientos que tenemos.

Nos exige tomarnos un tiempo para sentarnos en silencio con nuestros pensamientos, permitiéndonos tener una conversación con nosotros mismos y poder mostrarnos nuestras emociones y problemas abiertamente. Generalmente cuando  expresamos ideas y sentimientos a mano y en papel, estos tienden a ser más profundos y nos ayuda a entender nuestras emociones más íntimas.

Tanto la temática de la carta que escribamos cómo la persona a la que la dirijamos puede ser muy variable, te proponemos que escribas una carta a tu yo del futuro y/o a tu yo del pasado como un espacio de reflexión. Pasado, presente y futuro deben estar conectados en todo momento para poner el tiempo en perspectiva.

El objetivo  de escribir  una carta a nuestro yo del futuro, sirve, entre otras cosas, para que la persona que seremos no se olvide de cómo hemos llegado hasta ahí y poner en perspectiva esos cambios y avances de los que podemos  no ser consciente en nuestro día a día. Escribir una carta a nuestro yo del pasado, nos ayuda a  poner el tiempo en perspectiva, a notar los cambios.

Si os decidís  a escribiros cartas a vosotros mismos, os animanos a que si os apetece, las compartáis  con todos nosotros.

Termino transcribiendo un pasaje del  libro de la escritora Louise DeSalvo , por la belleza del mismo. En el libro la autora se extiende sobre diversas funciones útiles de la escritura. En este párrafo  DeSalvo relata una experiencia que la lleva a trabajar sobre la misma con su diario:

Ayer, cuando me sentía triste, saqué mi diario de la repisa, tomé mi lapicera de la suerte, un regalo de mi alumno Andrew, y comencé a escribir.

Escribí lo que había ocurrido el día anterior. Cómo había visto una joven madre consolando a su pequeño hijo mientras yo estaba comprando comida. De repente, inexplicablemente, me encontré llorando y salí corriendo del lugar hacia mi auto. La vista de esa madre, inclinada sobre su hijo, acariciando su pelo, diciéndole que todo estaría bien, me hizo sentir que me faltaba algo.

Escribí que el día anterior, muy temprano, había estado limpiando un armario en mi sótano. Ahí encontré la vieja bata de baño roja de mi madre, un regalo que yo le había hecho algunos años antes de que muriera. Tras su muerte, no pude desprenderme de esa bata; tenía su olor, un ligero toque de White Shoulders, el perfume que usaba.

Pero ahora, años después de su muerte, imaginando que ya había hecho mi duelo y pensando que no necesitaba guardar ese tótem por más tiempo, la había puesto en una valija de ropas viejas que estaba juntando para dar, valija que había dejado en mi camino hacia el supermercado.

Mi dolor por su muerte, por lo visto, según entendí mientras escribía, no había pasado. Tal vez nunca pasaría totalmente. La vista de esa madre y su hijo me recordó profundamente mi pérdida. Me hizo también anhelar una madre dedicada, confortante, una madre como la mía no podía ser cuando estaba deprimida.

Escribí sobre mis sentimientos, sobre el haberme desprendido de la bata de mi madre y sobre cuánto  echaba de menos esa bata porque la echaba de menos a ella. Escribí cómo, en ese supermercado, el dolor me supo a pánico, como si cayese en un agujero en la tierra.

Escribí también algunas reflexiones. Sobre cómo el recuerdo de ella leyéndome mientras mi padre había partido para la guerra, era un recuerdo sanador, que me consolaba, y al que había retornado muchas veces.

Para finalizar, como de costumbre, escribí que estaba agradecida por el hecho de que el acto de escribir había sido para mí una fuente sólida y confiable de consuelo a lo largo de los años. Y escribí también cuáles eran mis esperanzas, mirando a mi nieto Esteban y haciendo pan de maíz con él.

Después de veinte minutos de estar escribiendo, si bien todavía estaba triste, mis sentimientos habían sufrido una sutil pero real transformación. Un panadero amigo mío lo llama sentirse “levadura”: vivo y creciendo y cambiando. Esto es lo que siento a menudo después de escribir: levadura.

Había examinado mis sentimientos, los había conectado con algo que había ocurrido y con mi pasado. Si bien seguía teniendo sentimientos referidos a la pérdida de mi madre, éstos ya no me abrumaban. Ahora me sentía conectada con mis sentimientos y con la historia de mi vida. Estaba consciente de que había aceptado mis sentimientos de pérdida y que los había transformado en lenguaje, por lo cual los tenía de modo diferente. Advertí también que estoy comprometida con la escritura y con el alimento que ésta me provee”

                     (DeSalvo, L., (1999) Writing as a Way of Healing  Beacon Press. U.S.A.( pp. 7-8)

LLÉVATE GRATIS LA GUÍA DE TÉCNICAS DE RELAJACIÓN

¡SUSCRÍBETE!

Aprende a relajarte con 6 sencillas técnicas. Maneja la ansiedad, el estrés y el nerviosismo en cualquier situación.

2 comentarios en «CAMINO AL INTERIOR. EL SILENCIO QUE CONQUISTA TU VOZ.»

  1. Estupendo el post acerca de la escritura, Concha. Yo, como escritora empedernida que soy, doy fé de lo bien que me sienta escribir. A mano, como tú dices. Hay temas sobre los que escribo poco y voy a tener que ponerme un día de estos: porqué sigo soñando con mi padre tanto, porqué oigo a mi madre, porqué el otro día ví a mi hermana Lola en un paso de cebra…O ?quizás necesite una visita al psiquiatra en lugar de escritura terapeútica? Ambos? Lo sabré, probablemente, cuando empiece a escribir.
    Gracias!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Dime dónde quieres que te envíe la guía

GRATIS

¿En qué puedo ayudarte?

Dime dónde quieres que te envíe la guía

GRATIS

Pendiente de fecha

19:30 a 21:00 Horas (hora de España)

www.pensart.es

Debate sobre "Historia de un Matrimonio"

Introduce tus datos para inscribirte

¿Has olvidado tu regalo?

Con nuestra guía de Técnicas de Relajación aprenderás a relajarte fácilmente en cualquier lugar y situación.