¿O SÍ?
¡Ups! Yo que pensaba que este año sí que te iba a tocar y no te ha tocado la lotería de Navidad.
Desolada. ¡¡Tenía una corazonada tan grande!!
No me lo puedo creer.
Paro, respiro, modo mindful on, sigo.
Bien visto, con la cantidad de veces que te ha tocado la lotería a lo largo de tu vida, es imposible que te toque el “gordo” o un “segundo” premio. Ni de coña.
Reflexionemos pues.
Millones de personas ya nacen hipotecadas, gravadas con un peso, muchas veces, insoportable. Abusos, hambruna, malos tratos, explotación, enfermedades, guerras, familias desestructuradas…
Otros nacen patrocinados y becados. Vienen con un extra, como esa paga que reciben tantos trabajadores y trabajadoras por estas fechas.
¿Eres de esas personas qué has venido con una gratificación?
¿No te parece qué el hecho de estar por aquí ya es un premio?
Creo que la vida es una recompensa en sí misma. Este es el primer premio. El gordo. Si es que lo pienso y me parece lo más estar viva y sobretodo, sentirte vivo.
El 22 de Diciembre estuvo lleno de alegrías y de muchas decepciones.
Los comentarios que recibí fuera de población clínica a lo largo del día fueron de este tipo: “otro año más que no me toca, qué mala suerte, llevaba xx euros y lo he perdido todo…” pero no leí ni escuché: “un año más que tengo salud, que tengo un hogar, que tengo comida, que mis hijos están bien, que…”.
Cada vez reflexionamos menos, nos quejamos más y andamos mucho rato en lo que nos falta perdiendo de vista lo que sí tenemos, que es mucho.
Practicamos poco la gratitud y si algo nos ha traído tanta incertidumbre es que puede estar colocada hasta las trancas de coronavirus y seguir adelante, agradeciendo y estando presente.
Con este premio puedes invertir en crear una vida plena, presente o perderlo todo como ese 70% de personas que cinco años después de ganar un premio de lotería, está arruinada.
¿¿En serio?? Un 70% es un porcentaje altísimo pero real. ¡¡Wowlaa!! Muertita del todo me quedo con estas cifras.
Lo que harías, lo que haría, con ese décimo premiado ya descontando lo que se lleva Hacienda, ¿verdad?
Pero volviendo a las penúltimas meditaciones del año, la lotería te toca cada vez que enfermas y sobrevives. Segundo premio.
Recibes otro de los premios más importantes después de transitar por la adolescencia. Cuando a pesar de los granos, las primeras veces, el Bullying o los primeros desengaños, resistes y perduras. Ay con esas hormonas y neuronas coincidiendo en un congreso, liándose parda. Sin duda, el tercer premio.
Un cuarto premio es cuando te enamoras y te corresponde. También cuando abrazas tu sexualidad.
Desde luego cuando sientes un orgasmo (o varios), esa sacudida por todo el cuerpo.
Ni te cuento cuando ves a tus amigos y amigas.
Imperdible cuando te ríes sin poder parar. Momentazo cuando tu padre o tu madre o los dos te dicen lo orgullosos que están de ti.
Aunque no hayas reparado en ello, cuando salió de tu vida aquella persona que te hacía tanto daño y te quería mal.
La caña cuando tienes un hogar al que volver y un plato que comer…
Y el quinto premio sería cuando te eliges, cuando has aprendido y podido decir que sí, decir que no, sin llegar a decir basta.
Lo dejo para el quinto aunque bien podría ser el extra de Navidad, ese que lleva (o llevaba) un especial por un número de serie determinado.
Elegirte. Ni más ni menos. Y no sentirte culpable, ya rizando el rizo.
Me gustan también las pedreas. El nombre me flipa.
Hay pedreas que retribuyen, nutren y gustan tanto como estos premios.
Y sí, en su definición hay cierto clasismo porque son premios pequeños, sin embargo todos los días, si nos fijamos, hay coronas y medallas que ponernos.
¿Cuál es tu pedrea de hoy? Seguro que hay más de una.
Pero hay más premios gordos. A mí me ha tocado tantas veces que es difícil que el sorteo oficial me de alguna alegría.
¿Y a ti?
Me toca cuando puedo escribir y reflexionar en este Blog. Ahora mismo me estoy cobrando el súper premio según va creciendo el artículo.
Además hoy he amanecido con otra pedrea. Menudo día llevo. Me he asomado a la ventana y ahí estaba, el gris, no el Grinch, con poca luz, como si estuviera en Berlín.
Me encantan estos días en Navidad.
Ahora, hago una pausa, tomo aire, soy consciente de su recorrido, como entra y como sale. Ya me ha tocado otra vez la lotería. Es un regalo vivir el momento presente porque andamos demasiado tiempo en piloto automático.
¿Tienes suerte? Sí, mucha, sigues por aquí, ya sólo por eso eres suertuda, suertudo y aunque no te toque la lotería siempre puedes tocar y tocarte.
Ahí lo dejo…
¡Feliz Navidad!