Cada día veo u oigo algo
que más o menos
me hace morir de dicha,
que me deja como una aguja
en un pajar de luz.
Es para lo que nací
para mirar, para escuchar,
para perderme
dentro de este blando mundo
para instruirme una y otra vez
en la alegría, en la aclamación.
No estoy hablando de lo excepcional,
lo temible, lo tremendo, lo muy extravagante
sino de lo ordinario, de lo común, de lo sin lustre,
de las manifestaciones cotidianas.
Oh, buena experta me digo a mi misma,
¿Cómo puedes evitar hacerte sabia
con estas enseñanzas, siendo ellas
la luz inextricable del mundo,
el brillo del océano,
las oraciones hechas de la hierba?
Mary Oliver. Why I wake early?